La sombra de la traición, por Cecilia Valenzuela
La sombra de la traición, por Cecilia Valenzuela
Redacción EC

El lunes, en una conferencia con la prensa extranjera –la segunda que le acepta a la Asociación de Periodistas Extranjeros en el Perú en los casi cuatro años que tiene en el gobierno–, el presidente Humala volvió a remover el tema de los militares peruanos que espiaron para Chile en los últimos años.

Ayer, a pesar del tono provocador utilizado por Humala (“eso no se va a quedar así, en este caso tenemos las pruebas e identificadas a las personas de Chile”), el Gobierno Chileno guardó silencio y la prensa chilena actuó como si el presidente del Perú no hubiera hablado.

El ruido de un lado y el silencio del otro aumentan el volumen de la tensión. Y una situación que involucra a peruanos radicados en Chile y a chilenos radicados en el Perú se mantiene abierta y crispada.

Conocido el escándalo, el Gobierno del Perú envió una nota al Gobierno de Chile y expresó su fastidio; todos los políticos peruanos respaldaron la medida. Después de eso entendimos que el impasse se resolvería en los fueros diplomáticos, sobre todo después de haber recuperado soberanía marítima y dignidad tras el fallo de La Haya. Sin embargo, no ha sido así.

Es difícil comprender a son de qué el presidente Humala continúa ventilando nuestra vergüenza de tener militares traidores en nuestras Fuerzas Armadas. ¿A son de qué, si gracias al trabajo, de años, de nuestros diplomáticos hemos conseguido una victoria en una corte internacional? ¿A son de qué, si finalmente hemos logrado la reivindicación histórica que nos debíamos después de la derrota en la Guerra del Pacífico?

Las fuerzas armadas de todos los países producen inteligencia sobre sus vecinos o sus enemigos. Los insumos de esa inteligencia se obtienen de manera oculta; a eso se le conoce como espionaje. El Estado que no lo hace es irresponsable porque todo Estado debe saber, lo más certeramente posible, cuáles son las capacidades de reacción del país con el que compite o disputa.

Los problemas surgen cuando se descubre a un agente de un país buscando información de manera oculta y con métodos velados en otro país.

Es vergonzoso tener que admitir que en toda la historia de malas relaciones entre el Perú y Chile, siempre se hayan descubierto militares peruanos haciendo el trabajo para los espías chilenos.

Ofende comprobar que los espías del otro bando pueden convertir tan fácilmente en traidores a los militares del nuestro. Duele constatar que tantas veces militares chilenos han obtenido información sobornando a militares peruanos. ¡Qué formación les ofrecemos a nuestros oficiales y soldados!

Indigna revisar la historia y descubrir que nunca han agarrado a un militar chileno vendiéndole información a un agente peruano. ¿Nuestros militares son tan capaces o nunca han aprendido a espiar fuera de nuestro país?

Y sobre eso tenemos que avergonzarnos viendo a nuestro presidente, siendo militar, pataleando frente a la prensa extranjera, y poniéndoles zancadillas a nuestros diplomáticos.