Mensaje confuso. Las presiones que naturalmente originan la gestión de la pandemia y la auspiciosa evaluación que muestra la opinión pública sobre el liderazgo político parecen nublar el juicio y distorsionar el lenguaje.(Foto: Presidencia)
Mensaje confuso. Las presiones que naturalmente originan la gestión de la pandemia y la auspiciosa evaluación que muestra la opinión pública sobre el liderazgo político parecen nublar el juicio y distorsionar el lenguaje.(Foto: Presidencia)
José Carlos Requena

La confusa extensión del estado de emergencia a causa de la , anunciada por el mandatario la tarde del viernes 22, podría generar desaliento y mayor preocupación en una población que enfrenta serios desafíos económicos y sociales.

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El evidente incumplimiento de las medidas de aislamiento en las semanas previas abre preguntas sobre la motivación de la extensión. ¿Se quiere esperar resultados distintos haciendo prácticamente lo mismo, a pesar de las (aún inciertas) flexibilidades? ¿Se busca que conste en actas la imposibilidad de controlar a una población mayoritariamente adversa al cumplimiento de las normas para así salvar la responsabilidad que le compete a todo jefe de Estado?

Por lo demás, el énfasis que se dio en la alocución presidencial del viernes parecía querer forjar un mañana sin tener conciencia plena del ayer. Por ejemplo, ¿el hecho de que se comunique una ampliación “con una visión más amplia” implica que los plazos previos presentaban una visión más bien estrecha?

El anuncio, además, se da luego de que se confirmara un contraste llamativo entre la gestión del liderazgo político nacional y la percepción que se tiene sobre esta, según la encuesta de Ipsos de mayo. Pese a la crisis de los hospitales, la aprobación presidencial goza de un buen momento (80%), de igual modo que la del Congreso (52%), que alcanza un índice histórico.

Pero las buenas cifras no deberían hacer olvidar los largos minutos que precedieron a los confusos anuncios. El editorial de este Diario reseñaba con precisión el laberíntico mensaje: “Aunque el jefe del Estado se preocupó por hacer evidente que la declaratoria de emergencia continuaría, recién explicó que esto incluiría la ampliación de la cuarentena hacia el final de su discurso y ello, según parece, solo llegó después de que se le hiciese saber de que ese punto no había quedado claro”. (El Comercio, 23/5/2020).

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Se esperaba que las confusiones se despejaran en el instrumento oficial de la norma, el sábado 23. Pero su acostumbrada difusión, regularmente hecha en las primeras horas de la mañana, no incluía el texto.

Las presiones que naturalmente originan la gestión de la pandemia y la auspiciosa evaluación que muestra la opinión pública sobre el liderazgo político parecen nublar el juicio y distorsionar el lenguaje. Como si, a tono con los complicados momentos laborales que se viven, estuvieran en suspensión perfecta.

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