Cinco preguntas y respuestas sobre el futuro de la unión civil
Cinco preguntas y respuestas sobre el futuro de la unión civil
Redacción EC

En las últimas semanas, la actividad en el Parlamento ha estado más dinámica que lo usual. Mientras el proyecto de no matrimonial del congresista Carlos Bruce, se aprobaban importantes como la denominada ley de la curul vacía y la sanción a los votantes golondrinos, iniciativas que generaron horas en radio y televisión, así como una importante cantidad de titulares y columnas de opinión en la prensa escrita.

El debate en democracia siempre es saludable, pero este es aun mejor y enriquecedor cuando es alturado y con argumentos, y desprovisto de cualquier pose de superioridad intelectual.

Por eso llama la atención lo ocurrido en la discusión por la unión civil o el también llamado proyecto Bruce, en la que si bien la mayoría encuestada rechaza esta iniciativa, sus defensores y activistas consideran que todo aquel que esté en contra no solo es homofóbico, sino sobre todo ignorante, despreciando de esta manera al 61% de la población en el ámbito nacional que no está de acuerdo con esta nueva figura jurídica, según la encuesta de febrero de El Comercio-Ipsos.

Así como no contribuye a enriquecer el debate que un obispo emérito califique de “maricón” al congresista Bruce, es negativo que el mismo parlamentario llame “retrógrados” (siete congresistas).

Argumentar sin ofender es la clave. Atacar el argumento, pero no a la persona sería la mejor prueba de que hemos madurado en democracia, donde no hay posiciones superiores, sino simplemente distintas. Lamentablemente para algunos -y afortunadamente para otros- en el Parlamento lo que cuentan son los votos, y para los políticos -además de sus convicciones personales- es crucial el sentir de la población y de cómo determinada norma afecta o no sus intereses y a sus votantes. Finalmente los congresistas han sido elegidos para representar a quienes votaron por ellos, en el sentido más estricto del concepto.

Somos un país donde los ciudadanos saben reconocer cuando les quieren dar gato por liebre. En el caso de la unión civil, lo que rechaza la mayoría es que se pretenda aprobar una norma que en el fondo lo que busca es crear un nuevo estado civil, es decir, se llama unión civil no matrimonial, pero esta implica un cambio de estado civil.

¿Cómo se llama a esa situación? Caso muy distinto sería si se hubiera debatido el proyecto de unión solidaria, que en la práctica  protege el patrimonio de la pareja del mismo sexo y facilita el derecho de tomar decisiones en temas cruciales de salud (que hasta ahora solo se les permite a los familiares), y otros derechos básicos.

Que el proyecto Bruce se haya rechazado no significa que a los homosexuales se les prohíba amar. Hombres y mujeres que han optado por una pareja de su mismo sexo seguirán amándose y teniendo relaciones estables y duraderas, con ley o sin ella.
Los promotores de la ley Bruce reclaman tolerancia y respeto por la diversidad, y solo espero que sean ellos los primeros en dar el ejemplo, aunque lamentablemente lo visto y oído hasta ahora refleja lo contrario.

En democracia hay que saber ganar, pero sobre todo saber perder y respetar.