El trabajo remoto servirá para empezar a modernizar la legislación laboral. (Foto: Archivo El Comercio)
El trabajo remoto servirá para empezar a modernizar la legislación laboral. (Foto: Archivo El Comercio)
/ YAEL ROJAS
Jaime de Althaus

Lamentablemente, priorizar la economía frente a la lucha contra la no es una opción. Lo intentó Inglaterra –con la tesis de que se contagien todos para que la epidemia implosione al no tener a nadie más a quien contagiar, aislando eso sí a los ancianos– pero ya dio marcha atrás, aunque perdió mucho tiempo.

Moisés Rosas, médico y estadístico, calcula conservadoramente que 125 mil peruanos perderían la vida arrasados por el virus si permitimos que la economía funcione. En Estados Unidos, el peor escenario, calculado por el Center for Disease Control and Prevention, considera 1’700.000 muertos para fin de año. Trump desoyó los consejos y ahora sería tarde. En el Perú comenzamos quizá a tiempo. No hay alternativa a lo que se está haciendo.

La pregunta es cómo vamos a hacer para no romper la cadena de pagos y no retornar a niveles de pobreza que creíamos superados. La buena noticia es que las respuestas, si son efectivas, pueden movilizar recursos sociales y humanos que estaban dormidos y adelantar soluciones tecnológicas e institucionales. Podríamos saltar etapas.

Por ejemplo, la distribución del bono de 380 soles a 3 millones de familias sería mucho más fácil si dichas familias tuvieran Billetera Móvil (BIM). Como en la China. No tendrían que aglomerarse en los bancos para cobrar. Las familias tendrían que abrir su BIM en su celular para recibir el subsidio. Hay que hacerlo. Daríamos un salto.

Pero muchos informales o micro y pequeños empresarios no recibirán subsidio porque no son pobres. Para eso el MEF ha aprobado un fondo de 300 millones, para que las instituciones financieras presten a las mipymes a tasas accesibles para que no se rompa la cadena de pagos. Es una ocasión para profundizar la bancarización y la formalización económica, y es el momento de aprobar la ley de unificación de los regímenes tributarios en uno solo gradual y progresivo, y lo mismo con los regímenes laborales, para facilitar el crecimiento y formalización de las empresas. Otro salto.

Pero el grueso de la economía pasa por las empresas medianas y grandes (manufactura, servicios, turismo...) que deben ser solidarias con sus trabajadores y proveedores sin haber generado ingresos. Para ello, la Sunat y los bancos deben, a su vez, ser solidarios con ellas no cobrándoles, para lo que se han dictado normas facilitadoras. Pero se requerirían paquetes de alivio financiero para estas empresas también a fin de no romper la cadena de pagos ni desestabilizar a los bancos. Gracias a que hemos sido capaces de mantener las bases del modelo implantado en los años noventa, el Perú tiene ingentes reservas internacionales que nos permiten emitir deuda a tasas bajas.

La solidaridad inteligente prevendrá la desesperación y los saqueos. Requiere estrecha comunicación entre Estado, gremios y especialistas. Milagrosamente está ocurriendo. El Gobierno está funcionando. La emergencia lo está llevando a dar saltos en la digitalización del Estado tales como plataformas para servicios digitales, para trabajo remoto, analítica de datos para tomar decisiones, y soluciones digitales de colaboración.

El trabajo remoto servirá para empezar a modernizar la legislación laboral. Y la falta de agua que impide lavarse las manos, para reformar de una vez las EPS e instalar microrreservorios y nanofiltros en las escuelas. Veamos la oportunidad.