Vieja hipoteca de la vieja "izquierda", por Juan Paredes Castro
Vieja hipoteca de la vieja "izquierda", por Juan Paredes Castro
Juan Paredes Castro

La lucha por la democracia y las libertades en Venezuela está contribuyendo a desentrañar no solo la dictadura de Nicolás Maduro, sino también la vieja hipoteca ideológica y monetaria de una vieja “izquierda” que se incomoda hasta el alma cada vez que la desnudan en su doble estándar.

Si la incomodidad viene de la ideología, es porque esta ha quedado indiscutiblemente trasnochada. Si viene de la cuestión monetaria, es porque las evidencias de la “ruta del dinero venezolano” en la vida y milagros de los países, partidos y operadores del ALBA y de la Unasur han dejado demasiados rastros no complicados de seguir.

No creemos que la vieja izquierda peruana aglutinada en el , hechas las excepciones de algunos de sus respetables dirigentes y militantes, le deba a Chávez o a Maduro, a estas alturas del tiempo, alguna lealtad ideológica por la que valga la pena correr enormes vergüenzas públicas, como la de negarse a firmar una moción del Congreso en defensa de la democracia y las libertades en Venezuela.

Más parece que la vieja izquierda peruana (en la que ha terminado también metida la nueva izquierda, sin los deslindes necesarios), así como la nicaragüense, brasileña, argentina, ecuatoriana y boliviana, todas descolgadas del fracasado experimento cubano y bolivariano, y que no creen que haya caído el Muro de Berlín, tendrían, respecto de Venezuela, un mal disimulado problema de deuda o dependencia monetaria, o más claramente, de tesorería, de flujo de caja, que las obliga a guardar sepulcrales silencios cómplices y a dejarse maltratar y humillar como lo hacían Ollanta Humala y Nadine Heredia en el gobierno y los líderes del Partido Nacionalista, del que honrosamente salva la cara Daniel Abugattás. Si esto no fuera cierto, en una Venezuela de Chávez y Maduro, que se jactaba en el pasado de subvencionar gobiernos y candidaturas en América Latina, nada despejaría sospechas y suspicacias que un profundo esclarecimiento de los financiamientos de campaña del Frente Amplio, principalmente en el origen de los mismos.

¿Por qué la lideresa del Frente Amplio, Verónika Mendoza, tan favorecida en la primera vuelta electoral por votos independientes que no querían ni a Pedro Pablo Kuczynski ni a Keiko Fujimori, arriesgó su pase a la segunda vuelta con el cómplice argumento de que la dictadura de Maduro no es una dictadura porque su gobierno tiene un origen democrático en elecciones libres?

Ridícula justificación para sí misma y para todos los gobiernos, como los de Chávez, Maduro, Kirchner, Ortega, Correa, Morales, como lo fue además el de Alberto Fujimori (del que tanto despotrica Mendoza), que precisamente terminaron secuestrando el voto popular para modificar los plazos constitucionales, subordinar los demás poderes, entre ellos el judicial y el electoral al poder presidencial, y crear las condiciones de sometimiento de sus ciudadanos a los designios exclusivos y excluyentes de cada proyecto autoritario y dictatorial.  

MÁS EN POLÍTICA...