El papa Francisco cerró este domingo su visita a Chile y Perú con una durísima condena a la corrupción que "enferma" a la política de América Latina y una denuncia a los "sobrantes humanos" que se agolpan en las periferias de las ciudades.(Foto: AFP)
El papa Francisco cerró este domingo su visita a Chile y Perú con una durísima condena a la corrupción que "enferma" a la política de América Latina y una denuncia a los "sobrantes humanos" que se agolpan en las periferias de las ciudades.(Foto: AFP)
Diana Seminario

El culminó ayer su visita al Perú, y no solo reforzó la fe del pueblo peruano en su mayoría católico, sino que desde su autoridad moral se refirió a la corrupción en los pueblos latinoamericanos.

Al Papa no le son ajenos los problemas de las naciones que visita, por lo que el hecho de que desde la Casa de Gobierno se haya referido específicamente y concretamente a la corrupción, da cuenta de que no solo está al tanto de lo que nos ocurre, sino que sabe que en el Perú este asunto ha desatado una de las peores crisis políticas de los últimos años.

Desde el patio de honor de Palacio de Gobierno y teniendo como testigo principal al presidente Pedro Pablo Kuczynski, a ministros, congresistas y líderes políticos, como Keiko Fujimori, el Santo Padre calificó a la corrupción como un “flagelo social”.

Francisco indicó que lo que se haga para luchar contra esta “merece la mayor de las ponderaciones y ayuda… y esta lucha nos compromete a todos. ‘Unidos para defender la esperanza’ implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil. Y no excluyo a las organizaciones eclesiásticas”.

Según palabras del Papa, la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos.

Francisco, conocedor de la realidad de cada país que recorre, hizo una exhortación especial a quienes ocupan cargos de responsabilidad. A ellos los animó a empeñarse en brindarle a su pueblo “la seguridad que nace de sentir que el Perú es un espacio de esperanza y oportunidad… pero para todos, no para unos pocos; para que todo peruano, toda peruana pueda sentir que este país es suyo, no de otro, en el que puede establecer relaciones de fraternidad y equidad con su prójimo y ayudar al otro cuando lo necesita; una tierra en la que pueda hacer realidad su propio futuro”.

En cada una de las ciudades que ha visitado, el Papa se ha referido a los problemas que las afectan, mostrando auténtica preocupación de padre.

Y como para que no quede duda de que somos una nación fundada en los fundamentos del catolicismo, el Papa asumió el compromiso de la Iglesia Católica, “que ha acompañado la vida de esta nación, en este empeño mancomunado de seguir trabajando para que el Perú continúe siendo una tierra de esperanza. Que Santa Rosa de Lima interceda por cada uno de ustedes y por esta bendita nación”.

“Unidos por la esperanza” ha sido el lema de este viaje al Perú, que nos ha dejado en la retina maravillosas imágenes de la alegría de un pueblo que celebra su fe con el sucesor de Pedro. Que esa alegría sea duradera y sepamos mirarnos con otros ojos y aceptarnos desde nuestras diferencias.

Los peruanos hemos demostrado que estamos por encima de nuestros problemas y el Papa ha dado en el clavo con cada una de sus palabras.
El reto es grande y Francisco nos deja una valla muy alta. Hagamos que enero se prolongue por todo el año y que se concrete el milagro y podamos seguir “Unidos por la esperanza”.