Fernando Vivas

Las mascarillas ocultan las muecas de incredulidad, pero hay otras señas que una KN95 no disimula: mirar hacia abajo o abrir los ojos como platos, voltear la cabeza a un lado o al otro, fruncir el ceño. Todo eso pasó al gabinete en pleno parado detrás del presidente Pedro Castillo en su mensaje a la Nación del lunes pasado. Ministros incómodos, pero plantados allí porque quieren seguir en el barco y porque habían sido convocados para recibir explicaciones.