Martín Vizcarra es investigado por el presunto delito contra la administración pública, en la modalidad de negociación incompatible. (Foto: GEC)
Martín Vizcarra es investigado por el presunto delito contra la administración pública, en la modalidad de negociación incompatible. (Foto: GEC)
Diana Seminario

A dos semanas de conmemorar nuestra independencia y escuchar el mensaje a la nación del presidente ante el Congreso, existe la sensación de que no hay nada que celebrar. Hace un año, el mandatario inauguraba sus discursos de 28 de julio en olor a victoria: le declaraba la guerra a la corrupción después de unos escandalosos audios y anunciaba un referéndum que nos conduciría a la soñada reforma política. Un año ha pasado y no le hemos ganado a la corrupción y la manoseada reforma ya parece una palabra sin sentido.

Si bien aún le quedan a Vizcarra ecos de los aplausos de entonces, la gente exige resultados. Invocar “la reforma” y la confrontación no alcanzan, cuando la parálisis económica empieza a tocar los bolsillos de todos.

El gobierno le dio la licencia a Tía María, pero las autoridades de Arequipa, empezando por su gobernador regional, ya advirtieron que solo habrá diálogo si es que se deja sin efecto la licencia. Este proyecto minero ayudaría a reactivar la economía, pero la irresponsabilidad sumada a la torpeza, podrían hacer que este naufrague.

A la desazón por la economía, sumémosle el espectáculo de ver cómo la empresa que se levantó el país en peso con la colaboración de algunos de sus gobernantes, les vio la cara de tontos a los fiscales que firmaron un acuerdo de colaboración en el que la más beneficiada es la constructora corrupta.

Puesta la mentira al descubierto, a los fiscales no les queda más que decir “Odebrecht admite sobornos”. El país observa a quienes un amplio sector de formadores de opinión bautizó como los “héroes” contemporáneos, que con ellos “por fin” les había llegado la hora a los corruptos. ¿Sí?; entonces, ¿cómo nos explican el papelón del acuerdo? No subestimemos la inteligencia de nuestros compatriotas.

Y si de ‘héroes’ se trata, tenemos a otro solo comparable con un personaje del universo Marvel: el mediático coronel Harvey Colchado, jefe de la División de Investigación de Alta Complejidad (Diviac).
Según la declaración del suboficial PNP Hugo Gerardo Robles Chiong ante el fiscal provincial Reynaldo Abia Arrieta durante la investigación por el deslacrado de las oficinas del Ministerio Público, y que consta en actas fiscales, Colchado amenazó a la escolta del exfiscal de la Nación Pedro Chávarry: “Bueno, muchachos, saben que esto acá es fácil, échenlo a Chávarry, échenlo a Chávarry, ustedes saben muy bien que yo soy amigo con el doctor Domingo Pérez, y si no ustedes saben que Domingo Pérez es canero, les va a mandar a cana a ustedes”.

Además, su esposa Marcelita del Rosario Gutiérrez Vallejos, fiscal provincial penal, ha sido incorporada al equipo de la fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos. No ponemos en entredicho la capacidad de la doctora Marcelita, pero las suspicacias no están demás, sobre todo cuando verá denuncias contra altos funcionarios.

Nuestros gobernantes, sus asesores y la “coalición vizcarrista” –como bien ha bautizado mi colega Fernando Rospigliosi a quienes aplauden al presidente por todo– deben poner las barbas en remojo, pues el fracaso de la lucha contra la corrupción, sumado a un hartazgo de la gente porque no llega a fin de mes, es una peligrosa combinación.