La permanencia promedio de ministros por cartera entre el gobierno de Valentín Paniagua y el de Martín Vizcarra.
La permanencia promedio de ministros por cartera entre el gobierno de Valentín Paniagua y el de Martín Vizcarra.
Diego Chirinos

En el Perú, durante los últimos seis gobiernos se cambió, en promedio, un ministro cada trece meses.

Entre modificaciones, renuncias y gestiones que duraron menos de siete días, en gran parte de las carteras que forman el se aprecia un constante recambio.

“La falta de continuidad en el país ha sido fatal. Ningún ministerio puede establecer políticas claras de esa forma. Se genera mucha desconfianza”, advierte Jorge del Castillo, congresista del Apra.

Del Castillo, primer ministro durante el segundo mandato de Alan García, estuvo en la PCM 26 meses y 12 días. Este es el período más largo de un jefe de Gabinete en los últimos seis gobiernos.

En la otra orilla está César Villanueva, actual presidente del Consejo de Ministros. Su período en ese mismo cargo durante el mandato de Ollanta Humala es, hasta ahora, es el más corto de los últimos años: tres meses y 24 días.

—Me adapto, luego actúo—
Ante cada cambio ministerial, ‘adaptación’ es uno de los primeros términos en emerger en el debate.

Conocer la cartera, las funciones ministeriales y la dinámica política forma parte central de ese proceso. Diversos ex funcionarios de cuatro de los seis últimos gobiernos consultados por El Comercio coinciden en que esa adecuación toma por lo menos seis meses.

“Solo diseñar la arquitectura de las reformas y tener los equipos [de funcionarios] completos para desarrollarlas toma por lo menos un año. En el Ministerio del Interior nos tomó ese plazo tener claro todo lo que queríamos hacer”, menciona Carlos Basombrío, ministro del Interior en la gestión de Pedro Pablo Kuczynski.

Recién después de ese año empezaría la implementación, de acuerdo con lo expuesto por Basombrío y otras fuentes consultadas. Pero el tiempo promedio de permanencia de ministros en siete de 19 carteras es menos de un año en los últimos 18 años.

“En ese contexto, es erróneo creer que todo empieza con uno. Si algo aprendí en el Mincetur, donde estuve casi tres años, es a generar valor añadido sobre lo que se hizo. Tener más de dos ministros en cinco años amenaza la continuidad de políticas en carteras como esa”, refiere Mercedes Araoz, ex titular del Mincetur y del MEF en el segundo mandato de García.

Los resultados de algunas reformas empiezan a verse en un período que va de entre dos años y medio y tres años, según nuestras fuentes.

—Factor clave—
Para enfrentar ese proceso, la experiencia previa en una cartera por asumir puede ser beneficiosa. Sin embargo, el componente político convierte en única la función del ministro.

“Mientras los viceministros hacen una conducción técnica o administrativa, el rol del ministro es político. Ese es un aprendizaje más difícil, de plazos más relativos a cada persona. Algunas dejan el cargo sin haberse podido adaptar”, indica Del Castillo.

La dinámica con el Parlamento, la relación intersectorial y la coordinación con gremios determinados son solo algunos ejemplos del complejo político. Y carteras como la de Trabajo, Salud o Educación tienen los mayores retos.

“Para que una reforma funcione se necesitan tres cosas: un diseño razonable –no necesariamente perfecto–, alineamiento político, y capacidad de implementación”, argumentó el ex titular del Minedu Jaime Saavedra en una reciente publicación del Banco Mundial.

Aun así, el tiempo promedio de permanencia de ministros de Educación en los últimos seis gobiernos no llega a los dos años. Por otro lado, el promedio en Salud y Trabajo ha sido de menos de un año.

“Son ministerios de largo plazo que demandan ser persistentes en las reformas. Y, como el resto, necesitan apoyarse en el MEF y la coordinación de la PCM”, sostiene Araoz.

Las fuentes consultadas coinciden en que, pese a la reciente inestabilidad en su liderazgo, el MEF continúa siendo clave para apuntalar las reformas de otros ministerios. A diferencia del resto de carteras, sus lineamientos –por ahora– no corren contra el tiempo ni de la mano de los constantes cambios ministeriales.