(Ilustración: Víctor Aguilar Rúa / El Comercio)
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En lo que va de este año, el inscribió cinco nuevas bancadas parlamentarias. En lo que va de este quinquenio se aprobaron dos normas que intentaron regular el denominado transfuguismo, pero ambas fueron sucedidas por fallos adversos del .

El problema de la fragmentación, sin embargo, tiene otras aristas que vale la pena revisar con miras al 2021 (o quizás 2020, si se aprueba el adelanto de elecciones), en el cual tendremos un Parlamento sin reelección.

En casi 20 años, suman 136 los legisladores que renunciaron a las bancadas por las cuales fueron elegidos. En ese mismo período, se crearon 15 nuevos grupos parlamentarios. A la fecha, estando a mitad de mandato, ya se superó el récord de los últimos tres quinquenios con la creación de seis nuevas bancadas.

Desde el 2001, después de que los ‘vladivideos’ destapasen varios casos de transfuguismo parlamentario, se han presentado, en total, 38 proyectos de ley que intentaban regular las renuncias de congresistas a sus bancadas. Ninguno ha logrado tener éxito.

En ese escenario se han producido todo tipo de situaciones: congresistas que renunciaban a su bancada antes de iniciar funciones, legisladores que han estado hasta en tres bancadas distintas y partidos que en las urnas obtuvieron menos representantes del mínimo requerido (5) pero que lograron ser bancadas gracias a la unión de disidentes.

(Elaboración: El Comercio)
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—Cuestión reglamentaria—
Para analizar la problemática del transfuguismo es necesario revisar el entorno político. El politólogo Eduardo Dargent sostiene que si se analiza la fragmentación desde el punto de entrada al Congreso, los ajustes reglamentarios como los que aplicó Fuerza Popular serían la solución, pero llevan a otros problemas. “Porque si quieres obligar a congresistas a quedarse en un grupo, explota la cosa, como vimos ahora con la bancada fujimorista”, indica Dargent.

El profesor de la PUCP añade que no se puede intentar aplicar en nuestro Congreso las normativas de otros países que cuentan con partidos consolidados. “El principal tema es que tenemos partidos débiles, pero hay medidas reglamentarias que se pueden tomar para reducir la fragmentación en un sistema sin partidos sólidos”, dijo.

Para Dargent es casi imposible determinar si una renuncia es por conciencia u otro tipo de interés, por lo que en su perspectiva, una medida que se podría adoptar es elevar los requisitos para la conformación de nuevas bancadas.

¿Por qué las normas dictadas terminaron siendo insuficientes? Percy Medina, jefe de IDEA Internacional, alega que la realidad política del país terminó rebasando la norma. “Ante la crisis interna y la falta de cohesión de los grupos parlamentarios de este Congreso, la norma se mostró rígida y el TC le dio un acta de defunción. Esa misma norma, en un esquema de partidos consolidados, quizás hubiera tenido una aplicación e interpretación diferente”, manifiesta el especialista.

(Elaboración: El Comercio)
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—Cuestión partidaria—
El problema del Congreso es en buena medida el problema de los partidos políticos. En esa perspectiva, Percy Medina afirma que el único elemento de cohesión parlamentaria no puede ser el reglamento del Congreso.

El jefe de IDEA Internacional advierte que con las normas dictadas en este Congreso se podría haber llegado a tener un tercio de legisladores no agrupados. Algo inviable desde su punto de vista.

“En un sistema de bancadas representativas de partidos políticos sólidos, una bancada mixta sería la excepción, pero con 20 o 30 parlamentarios esa situación ya no es sostenible. La solución no está en las reglas del Congreso, sino en las reglas sobre los partidos políticos”, acota.

Dargent complementa este argumento de fortaleza partidaria con medidas que se vienen discutiendo hace años pero que no han podido ser implementadas hasta la fecha. “Desburocraticemos la formación de partidos, reduciendo el requisito de firmas pero con mayores sanciones si no participan en elecciones. Menos requisitos legales pero mayor exigencia de agrupaciones activas. Probablemente así tengamos bancadas más estables”, manifiesta.

Otra consecuencia que se ha generado –y normalizado– en los últimos años es el individualismo, incluso para los que se mantienen en sus bancadas. José Elice, director de Reflexión Democrática, puso como ejemplo a la legisladora Yeni Vilcatoma, quien renunció en el 2016 pero el año pasado regresó a Fuerza Popular.

“Hace unos días, en una entrevista en la que se le consultó si su denuncia contra el presidente Martín Vizcarra había sido consultada en su bancada, ella respondió: ‘Yo no consulto con nadie’, y el vocero de la bancada salió después a decir que no sabían nada”.

Elice alega que, pese a llamarse liberales o republicanos, lo cierto es que varios congresistas se unen, crean o terminan regresando a las bancadas con el fin de obtener beneficios. No estar en una bancada reduce la presencia de los parlamentarios en el escenario político, pues no pueden participar en comisiones, la Junta de Portavoces, el Consejo Directivo, entre otros.

Lo mismo ocurre en el ámbito mediático, pues son los voceros de los grupos parlamentarios los que tienen mayor exposición. En los últimos 3 congresos hemos visto legisladores que han estado hasta en 3 bancadas.

Dargent avizora que este problema de renuncias parlamentarias se podría agravar en el próximo Congreso debido a la no reelección. “Si el partido no puede dar nada como incentivo para la trayectoria política a mediano plazo, ¿qué vínculo puede tener? Si no se garantiza más que la entrada, el partido va a tener que buscar otro incentivo, y eso es un escollo adicional”, afirma.

Mientras tanto, el debate sobre la formación de nuevas bancadas continúa en el Congreso. Actualmente, la normativa lo avala, pero está pendiente la votación en el Consejo Directivo respecto a la opinión consultiva de la Comisión de Constitución, que solo permite que un parlamentarios se integra a una nueva bancadas cuando su renuncia de conciencia ha sido certificada por su agrupación de origen.

(El Comercio)
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