Lo único que podemos hacer los peruanos que alguna vez le creímos es desearle suerte. (Foto: El Comercio)
Lo único que podemos hacer los peruanos que alguna vez le creímos es desearle suerte. (Foto: El Comercio)
Redacción EC

Mávila Huertas

Me dirijo a usted, , con el respeto que ha exigido para su cargo y sus decisiones. Me atrevo a escribirle ejerciendo mi derecho a la libertad de expresión y pensamiento. Amparándome en la Constitución que usted ha invocado para cuestionar las mociones que piden su vacancia. La misma que en su artículo 126 dispone que “los ministros no pueden ser gestores de intereses propios o de terceros ni ejercer actividad lucrativa, ni intervenir en la dirección o gestión de empresas ni asociaciones privadas”.

¿Se acuerda de que nos aseguró no haber tenido nada que ver con Odebrecht cuando sabía que una de sus empresas asesoró a la constructora para ganar la buena pro de megaproyectos de inversión cuando usted era ministro de Economía y presidente ejecutivo del directorio de Pro Inversión?

Por eso, y a propósito de su más reciente alocución en la Cámara de Comercio, permítame aclararle que no soy miembro de un grupo comunista que esté promoviendo su salida sin fundamento. Ni siquiera soy simpatizante de la izquierda. Me confieso liberal, creo en los beneficios del libre mercado y, contrariamente a lo que usted supone, señor presidente, no quiero que el Perú interrumpa su desarrollo. Mi mayor deseo es que crezcamos lo que realmente merecemos crecer, sin aferrarnos a la esperanza de que sigan altos los precios de los minerales que exportamos.

Tampoco me amarga la vida que haya indultado a Alberto Fujimori. Me pronuncié públicamente a favor varios meses antes de que lo hiciera. No obstante, creo que un hombre digno respeta la palabra empeñada, aun cuando su discurso se haya pronunciado al fragor de una campaña electoral. Usted nos dijo que no lo haría y hasta señaló que los hijos del ladrón también eran ladrones. Siempre puede haber cambiado de opinión, pero vaya ironía… hoy es su rehén.

Desmiéntanos si no se la pasa contando cuántos congresistas más puede arrancarle a la bancada de Keiko con la ayuda de Alberto y Kenji.Hasta ahora no hemos visto a ningún colectivo marchando por las calles en su defensa. ¿Lo ha visto usted?

¿Le parece una locura que más de la mistad de los peruanos (encuesta Ipsos Perú de febrero) nos atrevamos a pedirle que renuncie? Déjeme explicarle, siempre con el debido respeto. No hemos perdido la razón, señor presidente. Le hemos perdido la confianza.

Nos ha mentido. Ha subestimado nuestra memoria y sentido común. Juró que no conocía a Barata y ahora sabemos que ha compartido con él el directorio de una ONG. Pretende hacernos creer que no sabía lo que hacía su representante en Westfield Gerardo Sepúlveda, pero conoce al chileno hace más de 22 años. Fueron partners en Baring LA Capital Corporation allá por 1995. ¿Ya hizo memoria? ¿Arqueología? ¿Encontró sus documentos?

¿Sabe? Es posible que Fuerza Popular se la piense dos veces antes de volver a votar por su vacancia. Hay un lógico temor a seguir perdiendo congresistas. Pero eso no lo salva de nuestra desconfianza, apenas lo mantiene en un cargo que, con todo respeto, le ha quedado grande. Lo único que podemos hacer los peruanos que alguna vez le creímos es desearle suerte. Sí, señor presidente. Desde el lado opuesto, pero con respeto.

MÁS EN POLÍTICA...