En el último lustro, los senderistas han conseguido más de 400 mil firmas para presentar a la ONPE y ahora mismo tienen paralizado al magisterio nacional. (Foto: AFP)
En el último lustro, los senderistas han conseguido más de 400 mil firmas para presentar a la ONPE y ahora mismo tienen paralizado al magisterio nacional. (Foto: AFP)
Cecilia Valenzuela

El resurgimiento de es un fantasma que va tomando cuerpo y la responsabilidad de devolverlo al mundo de los muertos es de toda la sociedad. El gobierno lleva la mayor parte, pero los partidos políticos, el Poder Judicial, las dirigencias gremiales, los intelectuales, la academia y la prensa no pueden desentenderse de lo que les toca.

A través del y los múltiples organismos de fachada que han creado, los senderistas se van a trepar en cuanta protesta social, reclamo sindical o descontento popular se manifieste en el país. El servicio de Inteligencia y la policía especializada tendrán que identificarlos, pero en el compromiso y la actitud de todos los demás estará la fórmula para detener el crecimiento de su doctrina marxista-leninista-maoísta.

En el último lustro, los senderistas han conseguido más de 400 mil firmas para presentar a la ONPE y ahora mismo tienen paralizado al magisterio nacional.

El viceministro del Interior, Rubén Vargas, sostiene que se ha detectado a 4.819 maestros afiliados al Movadef, pero quizá se queda corto. Los senderistas hacen, desde el 2009, trabajo de proselitismo político en los alrededores de las fábricas de Lima y las ciudades más grandes del país. No solo han captado adeptos en los sindicatos y gremios laborales como el magisterio o el sector salud, lo han hecho también entre los jóvenes universitarios, entre las organizaciones de mujeres y los comités populares.

Para infiltrarse, Sendero Luminoso crea asociaciones de fachada a las que denomina “organismos generados”. Estos le permiten sembrar su ideología entre “obreros, barrios y trabajadores”. De uno de ellos, de Filas Proletarias de Obreros y Trabajadores Clasistas, surgió en el 2011 la dirigencia del Conare, que quebró al Sutep liderado de manera hegemónica, hasta la década anterior, por Patria Roja.

El Poder Judicial lleva tres años y aún no decide si se debe encarcelar o no a la nueva dirigencia. Esto a pesar de la evidencia de que obedecen a los mandatos de Abimael Guzmán y de la violencia que promueven en las manifestaciones que lideran.

Los dirigentes de los partidos políticos de centro y de derecha siguen pensando que su único trabajo consiste en hacer ruido en el Parlamento, les interesa un comino el campo y “la masa”, que regalan a los radicales. Mientras, la izquierda apapacha y contrata en el Congreso a senderistas asolapados que, con el dinero de los contribuyentes, conspiran contra el Estado.

Los rectores de las universidades y los directores de los institutos donde Sendero Luminoso opera a través de su organismo Jóvenes del Pueblo guardan silencio.

Y hay reporteros y entrevistadores tan confundidos que se ponen de costado y tratan a los nuevos senderistas con imparcialidad y distancia vergonzosa, como si estos no fueran los herederos de los asesinos de Lucanamarca o Soras. Como si su pensamiento y su odio no estuvieran dirigidos contra nuestro país.

La violencia política ha regresado, no podemos esperar sentados el regreso de la “guerra popular”. Es momento de fortalecer el espíritu nacional y poner las ideas en orden. Esta vez nadie podrá decir que nos tomó por sorpresa, que no conocíamos al enemigo o que la responsabilidad es toda de a quien le toca gobernar.

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