El valor de poner a leer a los niños del Perú

ESPACIO WONG

La Evaluación Censal de Estudiantes del 2016 realizada por el Ministerio de Educación lanzó una cifra preocupante: solo el 46% de los estudiantes del segundo grado de primaria entienden lo que leen. El 54% restante, unos 4 millones, no lo hacen. Las cifras son dramáticas, pero existen peruanos dispuestos a revertir esa situación con acciones de solidaridad.

Una de ellas es Gabriela Tenicela, psicóloga educativa, huancaína de 31 años y que desde el 2010 ha emprendido su propia revolución: hacer que niños y adolescentes lean y entiendan lo que leen. Gabriela es directora fundadora de “A soñar aprendí leyendo”, programa que implementa bibliotecas en zonas vulnerables de Lima y provincias. Hasta el momento tiene tres, pero pronto serán seis.

En el 2012 implementó una en el caserío Palominos, en Tambo Grande, Piura. Fue posible por el apoyo de la red Fe y Alegría. La directora les brindó una casa y ayuda con los talleres de motivación de lectura y comprensión lectora. La aceptación fue tan buena que hoy ya son dos las bibliotecas que hay en esta zona del norte del Perú.

Red de cultura solidaria
Como las buenas ideas se expanden, en el 2015, creó otra biblioteca en Pamplona Alta, en San Juan de Miraflores. En medio de chancherías, casas usadas como centros de reciclaje clandestino, con ausencia de servicios básicos y pequeños que juegan en medio del lodazal, Gabriela llevó libros, una herramienta que para los niños de este lugar era un lujo inaccesible. Y los resultados ya se ven. Los pequeños que son parte de estas bibliotecas han mejorado su rendimiento educativo en un 20%.

Hace poco, por falta de apoyo, cerró una biblioteca en Pachacútec, Ventanilla. Sin embargo, no se amilanó y antes de terminar este año instalará dos más. Una de ellas estará en Tejedores, en Tambo Grande, Piura; y otra en Comas, Concepción, Junín, su región natal.

“Las bibliotecas han tenido un impacto positivo en unos 1.000 niños y con las dos nuevas bibliotecas que abriremos serán más”, cuenta Gabriela en medio de la biblioteca que creó en Pamplona. “Queremos expandirnos más y hacer que más niños se sensibilicen con la lectura”, sentencia esta joven, ejemplo de solidaridad.

La otra bolsa de valores
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