La educación canina requiere de calma y tranquilidad. (Foto: Christin Klose/dpa)
La educación canina requiere de calma y tranquilidad. (Foto: Christin Klose/dpa)
/ Agencia DPA
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Cuando un cachorro se cuelga de la tela del pantalón y trepa torpemente, sus movimientos nos causan ternura. Pero en cuanto la pequeña bola de pelo se ha convertido en un adulto que además acaba de bañarse en un estanque de patos, la situación es bastante más desagradable.

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Pero, en primer lugar, ¿por qué los perros saltan sobre las personas?

Según la adiestradora alemana de perros Susanne Endler, por un lado puede ser una señal de inseguridad, mientras que por otro, a menudo se trata solo de una acción de mera provocación.

En algunos casos, esta conducta indeseada es autoinfligida por los dueños de las mascotas.

“La gente sostiene los bocados de recompensa a una altura demasiada alta. Y entonces los saltos ya quedan programados en la conducta del perro, en especial en los más pequeños”, explica Endler.

Esta costumbre se puede contrarrestar si se comienza a alimentar y recompensar a la mascota a una altura baja, es decir por debajo de la línea de la rodilla.

Melanie Lippisch, adiestradora de perros en línea del portal DogsTV, dice que los cachorros suelen saltar a sus humanos porque quieren acercarse a sus rostros.

“En realidad se trata de un gesto amistoso, porque los cachorros siempre suelen buscar aproximarse al hocico de sus madres”, señala.

Sin embargo, sostiene la experta, los dueños deben poner fin a los saltos directamente cuando sus mascotas son cachorros, aunque lo consideren bonito o al menos no molesto. “Si se toleran, el perro los registra como una conducta aceptada y seguirá haciéndolo de forma natural en la edad adulta”, advierte.

Lippisch recomienda por ello poner siempre inmediatamente la mano en la zona del pecho del cachorro que salta y empujarlo hacia abajo. En cuanto las cuatro patas estén en el suelo, hay que elogiarlo y acariciarlo.

Endler también está a favor de suprimir siempre en seguida a los cachorros y los perros jóvenes el impulso de saltar.

Su consejo es “acercarse siempre con el cuerpo a los cachorros que saltan”. “Así es como aprenden: ‘Mi humano me cuida y se acerca a mí’”, afirma.

Corregir los errores del pasado

Si no se ha seguido estos consejos con el cachorro, o si se ha acogido a un perro mayor al que obviamente no se le dio la base necesaria en los primeros meses, no hay que desesperar. Es muy probable que el comportamiento deseado pueda volver a entrenarse.

“Los perros hacen cosas de las que esperan un beneficio”, explica Lippisch. “A la inversa, suelen dejar en algún momento un comportamiento que no merece la pena”, agrega.

Para dejar en claro a la mascota que las patas sucias sobre el pantalón limpio no representan ninguna ventaja, la entrenadora canina tiene una serie de consejos bajo la manga.

Tres métodos para quitarles la costumbre de saltar a los perros

“Primero se puede intentar sostener cada vez las patas de adelante del perro”. Lippisch explica que esto no le duele al animal, pero es incómodo porque a los perros no les suele gustar sostenerse solo en sus patas traseras.

Ni bien el perro intenta liberar sus patas, esperar unos segundos y solo después soltarlas. Lo importante es mantener la calma, no hablar con el perro y, por supuesto, no regañarlo.

Como alternativa, se puede poner las manos como un escudo protector a la altura del vientre y de esa forma bloquear el avance del perro. En este ejercicio es muy importante permanecer tranquilo y no alejar de forma violenta a la mascota.

Susanne Endler también opina que el método de la mano en abanico es especialmente adecuado para los perros que saltan hacia las personas para alborotar y poner a prueba los límites. “Las palmas hacia abajo son un límite visual con el que señalo claramente: ‘Hasta aquí llegas, no más’”, explica.

En cuanto las cuatro patas estén de regreso en el suelo, se puede elogiar en un tono tranquilo y recompensar con un trozo de comida. “Los saltos suelen ser el resultado de la excitación. Si devuelvo la agitación alabando con entusiasmo, me anoto un gol en contra”, dice Lippisch.

Su colega coincide en que sin calma y autoridad no funciona nada en el adiestramiento de un perro.

“Si uno mismo tiene un mal día, a menudo es mejor no hacer ningún ejercicio. Si me pongo a gritar y a ser injusto, el entrenamiento no tiene ningún sentido”, aclara.

La mayoría de los perros, sostiene Lippisch, entiende rápidamente y suele modificar las conductas indeseadas en cuestión de pocos días. “Pero también hay perros más persistentes, por ejemplo de tipo terrier testarudo, que siguen y prueban primero quién tiene el aliento más largo”, avisa.

Como tercera opción, especialmente indicada para los perros más pequeños, Lippisch recomienda lanzar dos o tres trozos de alimento al piso de la habitación al entrar para distraer al perro. Si el perro sigue saltando después de comer, hay que probar con los dos primeros métodos.

Tanto Endler como Lippisch desaconsejan apartarse del perro o incluso dar unos pasos hacia atrás.

“Desde el punto de vista del perro, el que exige espacio es el superior en ese momento”, explica Lippisch. Por eso, agrega, la persona debe inclinarse hacia el perro y señalarle claramente que no dejará que la desplace.

Aprender en casa, seguir practicando afuera

Una vez que el perro ha comprendido que con ese comportamiento no consigue nada con su dueño, eso no significa que lo traslade también a otras personas y situaciones.

Por ello, Lippisch aconseja contar con socios en la educación de la mascota. Los amigos y conocidos que entren en el hogar deben ignorar primero al perro si éste reacciona con excitación y saltando hacia ellos.

Los perros que saltan a los transeúntes durante los paseos pueden adiestrarse con una correa larga y un llamado y tirón seguro para que retorne.

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