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Range Rover Velar

Cuando empezó a hacer los primeros prototipos de , a fines de los años sesenta, estos tuvieron una denominación: Velar. Era una suerte de ecuación (concept = Velar). Casi cincuenta años después, la Range Rover Velar es una realidad y nos remonta a este curioso inicio. ¿Por qué? Pues todo cobra sentido cuando vemos el auto.

Y es que la Velar, a primera impresión, tiene pinta de prototipo. No parece un auto de producción. Si tuviéramos que definir con una sola palabra su diseño, esta sería, sin duda, estilo. Lo que más resalta es el lateral del auto, simétricamente perfecto.

Esto se debe a que las manijas se esconden, de manera que cada una de las líneas va sin interrupciones a lo largo de la carrocería. De hecho, esto no solo aporta a nivel visual, sino también juega en pared con la aerodinámica, ya que, esto permite que la Velar pueda luchar mucho mejor contra el viento.

SINFONÍA DE GLAMOUR

Cuando ingresamos a la Velar, simplemente nos desconectamos de todo. Nos recibe un habitáculo sublime, con acabados magistrales y un confort que solo podemos sentir en una . Incluso, se trata de mantener la mística de la marca. El timón es un claro ejemplo, pues su diseño trata de replicar el que tenían las Range en sus inicios.

El ajuste de los asientos del conductor tiene regulaciones eléctricas y el volante puede ajustarse en altura y profundidad, de modo que encontrar la posición ideal de conducción será tarea fácil. En la zona posterior, en tanto, los asientos son reclinables, también eléctricamente, y tenemos salidas de aire acondicionado, lo cual asegura el confort de las personas que vayan en la segunda fila.

CONTACTO TECNOLÓGICO

Familiarizarse con la tecnología de la Range Rover Velar, hay que admitirlo, toma su tiempo. Al principio resulta desconcertante, sobre todo si nos encontramos con dos gigantes pantallas.

Uno de los principales problemas en algunos de los autos que hemos probado a lo largo de los dos últimos años es que, con el fin de seguir una línea minimalista, reducen los botones y todas las funciones, como la del climatizador, se encuentran en la pantalla. Esto es un problema porque, evidentemente, distrae.

Así que los ingleses solucionaron esto con dos enormes pantallas de 10 pulgadas, un sistema al que denominaron Touch Pro Duo. Lo que permite esta interfaz es poder ver la información necesaria y, al mismo tiempo, interactuar con funciones adicionales. De hecho, podemos ajustar el ángulo de una de estas para una mejor visualización.

Básicamente, arriba encontramos el sistema de infoentretenimiento (música, navegación) y abajo elementos como el climatizador o elegir los modos de conducción.

SU HÁBITAT, EL ASFALTO

La versión que probamos lleva un motor V6 de 3,0 litros que otorga 380 HP y que va ligado a una transmisión automática, de convertidor de par, de ocho velocidades. En terrenos urbanos, la Range Rover Velar se mueve bastante bien. Tiene una gran insonorización y la facilidad de conducción es una de sus características a pesar de que movemos una masa de casi 5 metros de longitud.

La dirección es lo suficientemente precisa en ciudad y la configuración de la suspensión nos permite movernos sin mayores problemas por las lamentables pistas de nuestra ciudad. El único “pero” que encontramos va relacionado con el consumo, incluso en el modo Eco, que no marca mayor diferencia respecto al modo de conducción normal.

Ahora, manejar la Velar por vías sinuosas es realmente adictivo. Es aquí donde más disfrutamos de la conducción, pues la dirección se torna más dura y la suspensión neumática ayuda a que podamos controlar el balanceo de la carrocería. Para esto, cabe resaltar que la suspensión neumática tiene tres niveles de ajustes en +/- 50 mm para adaptarse a nuestro estilo de conducción.

Lee la reseña completa de la Range Rover Velar en la edición 645 de Ruedas&Tuercas. Conoce más detalles del auto en la galería adjunta.

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