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Son veintitrscajas, blancas, irregulares, cada una con los respectivos huesos de veintrspersonas. Estn bajo el sol, tienen cdigos escritos con plumn y hojas de registro pegadas con cinta de embalaje. Es el medioda del mircoles. Hace un par de horas, la polica trajo las cajas desde la sede de la Direccin contra el Terrorismo (Dircote) y las dej apiladas en la puerta del laboratorio forense del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Pblico, en La Victoria.
Dos fiscales formalizan la recepcin de los restos. Una es Luz Ibez Carranza,coordinadora nacional de las fiscalas especializadas en la Lucha contra el Terrorismo y Delitos de Lesa Humanidad. Ella conduce la diligencia y admite con amargura que esta no es una forma ptima ni digna de conservar vestigios humanos, evidencias de crmenes de lesa humanidad.
El laboratorio tambin es precario: dos ambientes, dos mesas angostas para extender los huesos, decenas de cajas con materiales de otros casos estn en investigacin. Mientras la fiscal dicta observaciones a su asistente, un gato merodea por la puerta. As, en estas condiciones, empieza el proceso de identificacin de los restos hallados recientemente en fosas clandestinas en el distrito de San Martn de Pangoa, provincia de Satipo (Junn).
Todo apunta a que son nativos ashninkas asesinados por Sendero Luminoso en la dcada del 90. No obstante, saber con exactitud quines eran, sus edades, cundo y cmo fueron aniquilados es un trabajo que tomar por lo menos seis meses.Un equipo de seis especialistas forenses, entre antroplogos, odontlogos y bilogos, se dedicar a identificar las vctimas, seala la fiscal a El Comercio.
De pie, en el laboratorio, el fiscal huanuqueo Carlos Ordaya le da varias explicaciones a Ibez. l dirigi las exhumaciones en Satipo y custodi las cajas en las ltimas dos semanas. Cuenta que las fosas estaban en antiguos campamentos senderistas. Cuenta tambin que se necesitaron once das para recuperar los cuerpos, y un helicptero policial para trasladar las cajas desde la remota selva hasta Lima, a las oficinas de la Dircote.
Ibez no est contenta. La fiscal dice que lo correcto hubiera sido poner los restos hallados a disposicin del Ministerio Pblico de inmediato, y critica que el hallazgo haya sido motivo de una conferencia de prensa de la polica el lunes.
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Aunque en rigor las exhumaciones son procedimientos que deben ser dirigidos por la fiscala y no por la polica, la relacin entre ambas instituciones es simbitica en el valle de los ros Apurmac, Ene y Mantaro (Vraem). De no ser por el resguardo de la Dircote, habra sido difcil para la fiscala hallar las fosas clandestinas. En San Martn de Pangoa la violencia es latente. En agosto se report un ataque contra una base militar, y desde el martes de esta semana, 46 distritos de cuatro regiones del Vraem incluyendo a San Martn de Pangoa volvieron a ser declarados en emergencia por el Gobierno.
Campos de concentracin
En conversacin con El Comercio, fuentes de la Dircote que apoyaron en la exhumacin dijeron que las veintitrs vctimas fueron parte de la poblacin ashninka secuestrada por Sendero Luminoso cuando su presencia en la selva central era notoria.
Es probable, aunque los exmenes forenses tendrn la ltima palabra, que fueran asesinados debido a que se enfermaron y se convirtieron en una carga para los terroristas deban estar en constante movimiento para evitar ser detectados.
En los anales de la crueldad que sufrieron las comunidades nativas del Per, sin duda hay un espacio reservado para las organizaciones terroristas.La Comisin de la Verdad y Reconciliacin (CVR) registr la barbarie senderista en la selva central en un captulo de su Informe Final. Se document decenas de asesinatos, secuestros, violaciones y masacres cometidos tanto por Sendero Luminoso como el MRTA. Uno de los casos ms horrendos se dio entre el 18 y 19 de agosto de 1993, cuando tres columnas senderistas ingresaron a ocho comunidades nomatsigenkas del valle del ro Tsiriari y asesinaron, con hachas y machetes, a 72 personas, incluyendo mujeres y nios.
La CVR tambin recogi testimonios de personas que sobrevivieron a los comits populares, como llamaban los senderistas a los campos de concentracin donde retenan a los ashninkas en medio del bosque y en condiciones de vida infrahumanas. Los ashninkas, forzados a trabajar, eran alimentados con desperdicios, no podan reunirse con sus familiares e incluso estaban prohibidas las manifestaciones de tristeza o la falta de apetito porque eran consideradas actitudes sospechosas por los mandos terroristas.
Poblacin an secuestrada
Esta semana, en la conferencia de prensa donde se inform sobre la recuperacin de los restos, el jefe de la Dircote, el general PNP Jos Baella, dijo que en el Vraem subsisten unas 250 personas secuestradas por Sendero Luminoso, esta vez en manos de los hermanos Jorge y Vctor Quispe Palomino. Una cifra similar entre 170 y 200 personas dio el ao pasado el entonces viceministro de Polticas para la Defensa, Ivn Vega. l dijo que unos 80 eran nios.
Consultada al respecto, la fiscal Ibez seal que esas cifras no han sido validadas por las fiscalas antiterroristas que ella coordina. No s de dnde la Dircote ha sacado esas cifras, es muy delicado, dijo a este Diario.
Se sabe, eso s, que entre el 2011 y el 2015, la polica y las Fuerzas Armadas rescataron a 144 secuestrados. En los aos de mayor despliegue territorial, Sendero Luminoso mantuvo cautivas a aproximadamente 5 mil personas, segn la CVR.