PAMELA SANDOVAL DEL ÁGUILA
En los empinados pasadizos del cerro San Cosme, en La Victoria, donde hasta cinco miembros de una familia duermen en cuartos oscuros y sin ventilar, de apenas 4 m 2, se le teme más al desempleo que al bacilo de la tuberculosis (TBC). Un enemigo invisible, pero real, que en los últimos 40 años ha convertido esa parte de Lima en la mayor cantera de peruanos aquejados por esta enfermedad pulmonar .
Pero que unos 32.000 pacientes sean diagnosticados con TBC cada año en el país no alarma tanto al Ministerio de Salud (Minsa) ni al Seguro Social (Essalud) como que, desde el 2008, la tasa de abandono de los tratamientos haya pasado de 6% a 10%. Es decir, 3.200 afectados por el bacilo de Koch les dan la espalda a medicinas y atenciones gratuitas.
“Los pacientes de TBC afrontan dos graves obstáculos: el estigma y la marginación de la enfermedad, y los fuertes efectos de las medicinas, como mareos, náuseas o depresión, y no siempre cuentan con el apoyo emocional de familiares para afrontarlos”, observó Manuel Espinoza, jefe del Programa de TBC de Essalud.
Esta entidad atiende a unos 4.800 pacientes (15% del total en el país). Según el especialista, anualmente 500 de ellos truncan su tratamiento.
El diagnóstico en el Minsa tampoco es alentador. En marzo, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recogido por la Estrategia Sanitaria Nacional de Prevención y Control de la TBC, el Perú era el segundo país con más enfermos de tuberculosis en América del Sur: 106 casos por cada 100.000 habitantes. El primero era Bolivia.
“En el 2012 había 32.709 pacientes y en este año 32.145, un leve pero esperanzador descenso”, opinó entonces la ministra Midori de Habich.
Sin embargo, como aclara Leonid Lecca García, director de Socios en Salud, entidad privada que apoya al Minsa en la prevención y tratamiento de la TBC, de aumentar la deserción de las atenciones se corre el riesgo de desperdiciar la inversión pública de casi S/.3,5 millones contra la enfermedad.
“Del 10% de pacientes que abandona el tratamiento, una parte padece de TBC sensible, la forma más común del mal, pero otra –unos 2.000 pacientes– tienen TBC MDR, que es la multidrogorresistente y la más larga de curar. Como demora, muchos se desaniman”, explicó Lecca.
DESNUTRICIÓN Y FALTA DE HIGIENE Aunque la TBC está históricamente asociada con la pobreza y todas las limitaciones que ella conlleva, como el hacinamiento habitacional, la desnutrición, la desinformación, el estrés y la falta de higiene, las clínicas particulares también reciben casos de tuberculosis.
Julio Cachay, médico de la clínica Ricardo Palma, explicó que, en dicho ámbito, se trata mayormente de TBC pleural o pleuritis, que es la acumulación de líquido en el pulmón por inflamación de la pleura (membrana que rodea el pulmón).
“La TBC, en todas sus formas, tiene cura. Lo único que cambia, según el tipo del mal, es la duración del tratamiento. Lamentablemente, la enfermedad agrava sus síntomas por las circunstancias sociales del paciente”, afirmó Cachay.
Esta característica de la TBC, agregó Lecca, acrecienta la importancia de las campañas de prevención e informativas sobre el mal. En especial cuando un estudio hecho en el 2011 por Socios en Salud concluyó que si bien el 80% de limeños encuestados sabía qué es la tuberculosis y cómo se transmite, un 30% pensaba que nunca se iba a enfermar porque no era pobre o extremadamente pobre.
“Otro dato revelador fue que más del 50% no sentía la enfermedad como algo cercano a ellos, sino como algo que le pasa a gente de otras localidades o necesidades”, informó el médico.
Por ello, parte de los esfuerzos del Minsa y del sector privado, desde el 2011, está enfocada en difundir la necesidad de una buena alimentación y la continuidad del tratamiento para acabar con la tuberculosis .
“Hemos hecho varias campañas en colegios, la vía pública y en unidades de transporte para informar a la población sobre estos problemas y animarlos a difundir los mismos mensajes entre sus grupos de influencia”, dijo Lecca.
Para asociaciones de pacientes consultadas por este Diario, contribuir a erradicar el prejuicio social sobre la TBC también es otro tema pendiente.