WILFREDO SANDOVAL

Se estima que durante 1.700 años permaneció protegido bajo un metro de tierra, pequeñas piedras calizas y diversas ofrendas.

Pero hace un par de semanas, un grupo de investigadores japoneses y peruanos descubrió un monolito en perfecto estado de conservación con la representación de un intimidante hombre-jaguar, que ha vuelto a poner en los ojos de la arqueología mundial el templo formativo de Pacopampa, en el distrito chotano de Querocoto, en la región Cajamarca.

La primera semana de agosto, el arqueólogo Mauro Ordóñez, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y un grupo de colaboradores se toparon con una piedra de singulares características al pie de la escalera de la primera plataforma del templo, que mide unas cuatro hectáreas.

Durante los siguientes días continuaron con sus labores ante la atenta mirada del director del Proyecto Arqueológico Pacopampa Yuji Seki. La mañana del 20 de agosto, y luego de retirar toneladas de relleno, Ordóñez lanzó la señal de alerta entre los obreros y arqueólogos que laboran en la zona.

Habían desenterrado una estructura pétrea de 1,5 metros de largo y unos 250 kilogramos de peso. Se trataba de un monolito que desde un inicio adornó la entrada principal del recinto sagrado; pero luego, con la llegada de la cultura Cajamarca, fue enterrado en medio de una ceremonia ritual. Los investigadores estiman que tendría una antigüedad de 2.800 años.

No es uno más de los monolitos que se conocen, sino que es la representación de un hombre-jaguar. Había sido cuidadosamente ubicado casi al borde de la escalera que une las dos plataformas del templo.

Seki lo analizó y confirmó que se puede identificar a un ser antropomorfo con rasgos únicos como los ojos tallados en bajorrelieve, colmillos, nariz y boca grandes y los brazos que terminan en dedos entrecruzados. En la parte baja tiene un taparrabo.

SEÑAL DE RESPETO El investigador japonés Yuji Seki asegura que el diseño antropomorfo (mitad humano y mitad felino) significa que la litoescultura fue un medio que los gobernantes de la época utilizaron para transmitir su ideología. Asume que la figura da a entender que el sacerdote o sacerdotisa tenía el poder o la habilidad para transformarse o comunicarse con los espíritus en esos tipos de animales.

La ubicación del monolito hallado en Pacopampa también resulta clave en el entendimiento de la cosmogonía de la época. Seki agrega que el eje en que se encuentra el monolito coincide con otras evidencias halladas en el recinto, como la tumba de la Dama de Pacopampa, encontrada en la plataforma principal de la última terraza del templo.

El monolito tiene características únicas porque no existe otro igual en el país. Además, revela nueva información sobre el templo y la función que este tuvo dentro de la civilización Pacopampa.

El investigador japonés refiere que el monolito no siempre permaneció enterrado. Inicialmente permaneció en el ingreso del templo pero luego, con la llegada de otras civilizaciones, sus habitantes lo enterraron cuidadosamente por temor y respeto.

Los estudiosos creen que puede haber otras figuras pétreas en diferentes puntos de la fachada.

Hasta el momento, en el templo de Pacopampa se han encontrado cinco monolitos pero se desconoce qué función cumplieron. El investigador Larco Hoy le trasladó en el año 1940 dos monolitos hasta una hacienda de Trujillo.

En las próximas semanas, la estructura de piedra será enterrada hasta que se consigan recursos para emprender el proceso de su conservación.