EL COMERCIO

Claudio Casaró Centurión está a un paso de titularse de chef en el Instituto de Gastronomía y Arte Culinario Cumbre. Pese a tener autismo, este joven de 21 años se convirtió en un nuevo discípulo de Gastón Acurio.

En Chiclayo es todo un ejemplo para cientos de estudiantes de gastronomía, pues en tres años culminó su formación con éxito gracias a un programa de coeducación, en el que participaron activamente sus padres y profesores.

Los más orgullosos son su mamá, Dora Centurión Silva, y su papá, Marco Antonio Casaró. Ellos recuerdan con mucha nostalgia que, desde pequeño, Claudio sufrió las arremetidas de sus compañeros en los colegios de primaria y secundaria donde estudió.

Marco Antonio cuenta que los compañeros de su hijo llegaron al extremo de hincarlo con agujas para burlarse de la forma como reaccionaba con el dolor. En otros casos, Claudio terminaba con heridas en el rostro por las bromas pesadas de algunos alumnos incorregibles.

A llegar a la adolescencia, Claudio decidió convertirse en chef y, con la ayuda de su madre –una conocida especialista en educación inicial–, se matriculó en el Instituto de Gastronomía y Arte Culinario Cumbre. Allí terminó de formarse en un programa especial que contó con el apoyo del promotor de la institución educativa, José Fernández. El último sábado Claudio sustentó su tesis.