VANESSA ROMO ESPINOZA

Aguas Verdes, Tumbes, 6:35 p.m. El tráfico fluido que nace en el Canal Internacional Zarumilla, donde Ecuador te despide y el Perú te da la bienvenida, se detiene. A 500 metros de la comisaría de Aguas Verdes, personal de este municipio frena el tránsito de motos para que una fila de unos 40 ‘lanchones’ pueda transitar por la vía Panamericana Norte con tranquilidad. O sin incendiarlo todo.

Dentro de esos carros setenteros, el asiento del conductor es lo único que no está lleno de bolsas de plástico con petróleo ecuatoriano. Para aumentar la productividad, llevan en el techo tanques de gasolina. Nadie toca claxon, nadie se atreve a meterse en el medio. Es el reino de esa fila de bombas veloces.

Justo antes de llegar al puesto de la Aduana, a menos de un kilómetro de donde salieron, siguen por una trocha ubicada detrás de esta oficina. Como si fuera una persecución, una camioneta de la policía aparece. También lo hace un agente motorizado. Pero se sitúan a su lado, como si fueran su escolta. A las 6:45 p.m. han desaparecido.

Esta es la dinámica diaria en la frontera norte. Según la Policía Fiscal de esta región, existen otras siete rutas –incluida una por mar que llega hasta Chimbote– que toman los contrabandistas para salir en caravana con unos 50 mil galones de combustible. Los destinatarios están en Tumbes, Piura y hasta Chiclayo.

En realidad, todo comienza en Machala, a cinco horas de la frontera. Como en Huaquillas, que colinda con Aguas Verdes, el Estado Ecuatoriano ha estatizado los grifos y solo venden a los ciudadanos de su país, las 15 mafias que se han detectado tienen que llegar hasta Machala.

En camiones-cisterna trasladan el combustible hasta la frontera, donde hay al menos cinco manzanas de almacenes que permanecen cerrados a la espera de compradores y de los cuales El Comercio pudo ser testigo. Luego se traslada el petróleo hasta el canal, donde hay personas que con embudos y mangueras ponen cilindros de 55 galones en bolsas de plástico.

El último paso es cruzar el canal hacia Perú y acomodarlos en maleteras, asientos traseros, asientos de copilotos y hasta en los techos de los carros. Listos, los carros se acomodan en Playa Sur, un estacionamiento donde rondan los policías.

El comandante Jorge Juárez, jefe de la Policía Fiscal en Tumbes, sabe que muchos de los agentes policiales son parte de este sistema. “Desde la jefatura de la región ya estamos notificando del tema y sabemos que tenemos que sacar de Tumbes al menos a 100 agentes”, dice. Son esos policías que escoltan las caravanas quienes esperan que salgan los carros de la frontera para cobrar cupos.

Ayoví, contrabandista ecuatoriano, dice que si uno quiere llevar petróleo hasta Máncora –donde según él domina la mafia de Los Lamas– tiene que considerar unos US$50 por pago a policías. “Hay que arreglar a la entrada de Tumbes, en Carpitas. La cosa es hablar con el jefe [policial]”, cuenta.

El contrabandista también habla de precios. “Antes el cilindro de petróleo [55 galones] lo dábamos a S/.300. Ahora hay más operaciones, está más difícil. Sale a S/.500”, dice.

COMPETENCIA DESLEAL En Ecuador, el combustible está subsidiado y el galón cuesta US$1,10. “El precio peruano es cuatro veces más, US$4,50”, dice el fiscal adjunto especializado de delitos aduaneros y contrabando de Tumbes, Elvis Alfaro.

El fiscal, que llegó de Lima hace 5 años y es frecuentemente amenazado, señala que son tres las principales bandas en Tumbes: Los Felucos, Los Soñas y Los Ceviches. “La más grande, de Los Felucos, es dirigida por Fernando Aponte Yacila”, dice.

El contrabando abarca todos los niveles. A lo largo de la Panamericana Norte, los puestos informales de venta de gasolina son parte de lo cotidiano. También lo son los grifos fantasmas, que quiebran ante la competencia desigual. Alfaro cuenta que se está trabajando en conjunto con Aduanas y la policía para frenar en algo esta masa incontrolable. “Ahora al menos solo pasan en la noche”, dice.

El presidente regional de Tumbes, Gerardo Viñas, reconoce que recién se está tomando interés en este problema, pero cree que el contrabando de todo tipo continúa, porque es parte de una lógica de mercado. “Los pobladores van a preferir comprar donde esté más barato”, dice.

Hace dos meses, a su hija Lucía le incautaron 200 sábanas de contrabando. “Ella lo hacía para darles a las madres tumbesinas más necesitadas, era por un buen fin”, dice el presidente regional. Mientras tanto, en lo que va del año ya han asesinado a un agente aduanero, justo luego de desbaratar una mafia de textiles de S/.12 millones.

MÁS DATOS PÉRDIDAS MILLONARIAS Según el representante de la Sociedad Nacional de Industrias, Raúl Saldías, la empresa formal pierde 1.900 millones de dólares al año por el contrabando.

ACUERDO BINACIONAL Como parte de la lucha binacional contra el contrabando, mañana se presentará el plan peruano para modificar la realidad en el canal de Zarumilla. De acuerdo al intendente del Aduanas en Tumbes, Jaime Flores, la idea es crear parques industriales productivos donde ahora se trafica combustible.

MÁS TRÁFICO En esta frontera también ingresa cigarrillos, pesticidas, textiles y medicinas de contrabando.