RALPH ZAPATA
Es irónico que los reos de Quencoro canten, a viva voz, el himno nacional y sobre todo el coro de “somos libres, seámoslo siempre”, que observen los aviones surcando el límpido cielo cusqueño. Pero la realidad muchas veces supera a la ficción, y eso ocurre esta mañana soleada en el penal de varones de Cusco. El miércoles se inauguraron las III Olimpiadas Deportivas, y el ambiente es de fiesta y diversión.
El primer equipo que aparece es el pabellón 5, todos vestidos con polos color naranja, y dirigidos por una persona enfundada en un traje de león, que funge de mascota. Sueltan la música, que en este caso en un reggaetón, y el león se mueve como si fuera presa de un ataque nervioso.
No demoran en aparecer, detrás, los pumas, con su reina vestida como quinceañera: vestido largo y escotado color princesa, una cadena dorada de fantasía, guantes amarillos y una corona de perlas. Pelo rubio con su plata, y sonrisa de comercial televisivo. Como era de suponer, la reina es un travesti limeño que purga pena, como todos. Su imagen de fémina está bien trabajada.
Son, sin embargo, tres muchachos vestidos con trajes de perros bóxers quienes despiertan la simpatía y los aplausos del público. Dientes feroces, rostro arrugado, orejas caídas, y mirada asesina, son sus características. Bailan al ritmo del Harlem Shake y “Agüita de coco”. Las barras, más atrás, lanzan papel picado y cohetecillos que dejan una larga estela de humo.
El encargado de la inauguración del evento deportivo, que congregará a 1.800 reclusos, es Ramón ‘Ratón’ Rodríguez, delantero del Cienciano. Viste un polo y zapatillas Nike y un jean celeste, y está acompañado de su esposa. A diferencia de él, César Ccahuantico, está solo y se le ve subido de peso. Cuando ambos se encuentran, Ccahuantico, también ex jugador de Cienciano y preso por robo a su ex club, rompe en llanto y se lanza a los brazos del ‘Ratón’.
Los flashes se disparan a mansalva y los reclusos gritan: “Cholo, libertad. Cholo, libertad”, mientras Rodríguez le inyecta ánimo, diciéndole que todo Cienciano está con él, que tenga fe, que pronto se acabará esa pesadilla que comenzó en el 2008.
“Pero esto es la cárcel”, advierte Danilo Sterger, de 30 años. Esloveno, ex jugador de la selección juvenil de su país, cayó en Cusco cuando intentaba pasar 4 kilos de cocaína impregnada en sus ropas. Él se defiende diciendo que la droga se la sembraron. Lo condenaron a 5 años, pero en 2 meses saldrá libre. ¿Qué hará, entonces? “Ver a mi esposa cusqueña Mirella y a mi hija de 2 años”, dice mientras va hacia las rejas de su pabellón, que le reiteran que esto es la cárcel y no un coliseo deportivo.