WILFREDO SANDOVAL
Después de dos años de funcionamiento, el milagro de la reproducción ha empezado a ocurrir en el criadero de pingüinos de Humboldt ubicado en la playa La Farola, del distrito de Puerto Eten, en Lambayeque.
Dos nuevos inquilinos, que parecen vestidos de etiqueta, son la principal atracción de este centro de investigación, donde la misión es salvar de la extinción a esta valiosa especie.
Nacieron hace cinco meses, pero los investigadores no dieron a conocer el hecho, para evitar que los animales sufrieran cualquier percance y tuvieran contacto con los inesperados bañistas que, desordenadamente y sin ningún tipo de restricción, llegan a esta parte del litoral.
Ambos se encuentran en perfecto estado de salud y cuando crezcan más, en unos meses, serán liberados a un hábitat natural de la península de Illescas, en el distrito de Sechura, en Piura.
Por el momento, el personal encargado alimenta con pescado a los jóvenes pingüinos, pero esto terminará cuando ellos mismos empiecen a pescar, como lo hacen en los lugares en que habitan las principales poblaciones. Se trata de un éxito reproductivo en Lambayeque y en todo el país porque se conoce que es muy difícil el nacimiento de estos ejemplares en cautiverio.
En el Perú solo existen cinco lugares debidamente autorizados para la reproducción de pingüinos de Humboldt.
Estos habitan el Océano Pacífico a lo largo de la costa oeste de Sudamérica, entre Chile y el Perú, la que es recorrida por la Corriente de Humboldt o Peruana. En los últimos años su población se ha reducido drásticamente como consecuencia de la disminución de alimentos, depredación por parte del hombre de hábitats naturales y, sobre todo, el impacto del fenómeno de El Niño.
ESTUDIOS El ‘padre’ de las criaturas y responsable del criadero, Guillermo Baigorrea de la Administración Técnica Forestal y Fauna Silvestre, recuerda que el nacimiento de los bellos pingüinos es el resultado de dos años de investigación.
Los estudios se llevan a cabo en instalaciones debidamente acondicionadas; es decir, en dos pozas de 15 metros de largo y 5 de ancho.
En una de ellas convive una población de 20 pingüinos, que fueron rescatados de algunos lugares donde eran utilizados como mascotas y otros fueron traídos de algunas áreas reservadas del litoral.
El otro ambiente es dedicado exclusivamente al cuidado de los nuevos inquilinos.