Pierina Pighi Redacción Piura
La Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú investiga a al menos 10 compañías de refrigeración y productos hidrobiológicos de Paita y Lima por envíos de droga, vinculadas con el argentino Luis Tato Enrique, capturado en Piura el último 5 de octubre con otros siete extranjeros y ocho peruanos. Todos ellos intentaban enviar a Europa 4.000 kilos de cocaína.
LA OPERACIÓN El año pasado, un informante llegó a la Dirección Antidrogas (Dirandro) para acusar a un extranjero que exportaba droga camuflada en contenedores de mariscos desde Paita.
Al investigar al sospechoso, el grupo de inteligencia Escorpión descubrió que se trataba del israelí Chaim Levy, también llamado Haim Levy según su pasaporte sudafricano. Así, con datos inciertos, se comenzó a preparar la incautación de cocaína más grande de este año.
Al intervenir sus líneas telefónicas, la Dirandro supo que se comunicaba con María Elizabeth Reátegui Gutiérrez, encargada de contactar a proveedores y transportistas de droga.
Ella hablaba por teléfono con Luis Tato Enrique, un argentino que tenía como cómplices a Jorge Richard Pereda Sánchez, oficial en retiro de la Marina de Guerra del Perú, y a Renzo Rodríguez Mac Lean, oficial en retiro del Ejército. La Dirandro asegura que ambos también tenían contactos en el Callao. Para entonces, aún ignoraban la verdadera identidad del primer sospechoso, pero ya se veía claros sus nexos.
LA MODALIDAD El grupo Escorpión sabía también que para camuflar la droga en contenedores, Tato y Pereda simulaban pedidos de mariscos a empresas creadas por ellos, como Valant, y a otras 10 compañías de Lima y Callao, también incluidas en la investigación.
Una vez que la Aduana sellaba los contenedores con precintos, debían embarcarse directamente al extranjero. Sin embargo, los narcotraficantes los desviaban para abrirlos a la fuerza y meter droga entre su cargamento. Unos precintos clonados evitaban que alguien los revisara de nuevo.
El 8 de octubre, la banda de Tato iba a repetir este proceso. Guido Reyes Coronado desvió un contenedor a la distribuidora San Francisco, en Nueva Esperanza, Paita, para llenarlo con cocaína y enviarlo a Letonia, puente hacia Rusia en la ruta del narcotráfico sudamericano.
LA CAÍDA No obstante, el grupo Escorpión llegó antes y encontró dos contenedores, y a Reyes, Reátegui, Tato, sus dos socios y otro argentino, otros cuatro peruanos, un mexicano, cuatro colombianos y al israelí o tal vez sudafricano. La Dirandro cree que el último año Tato envió al menos tres cargamentos de cocaína de 300 kilos. Pero esta vez 4.000 kilos no podían pasar desapercibidos.
El riesgo era proporcional a la ganancia que esperaba, que se multiplicaría con la distancia. En el Perú, podía recibir hasta US$2.000 por kilo, pero en España hasta US$40.000; en Londres, US$70.000; y en Rusia, US$180.000. El pago lo guardaría en KL, una casa de cambios para sus vecinos, pero, para la policía, una oficina sospechosa de lavado de activos.
LUIS TATO ENRIQUE Tato llegó al Perú como gendarme de Arturo Ossorio, embajador argentino que en 1995 avisó del envío ilegal de armas de Argentina a Ecuador. Unos trabajadores de la embajada dijeron que en 1997, Tato “compró un camión y se fue a vender pescado al norte”.
Se cree que desde entonces se estableció en Piura. La Dirandro todavía no sabe si dirigía a todos los detenidos o si compartía el mando con Levy. En 15 días espera confirmar estos datos.