Hace unos aos, el dueo de un policlnico ubicado en Matute, La Victoria, decidi ampliar sus instalaciones y sobre un rea verde levant tres pisos. No era el primero en su barrio en construir sobre un lugar indebido, por eso pens que nadie reclamara. Craso error.
Las protestas no tardaron, llegaron a odos de la Municipalidad de La Victoria y el caso se judicializ. Aunque hubo vecinos y pacientes muy molestos, la ley se abri paso y el edificio fue demolido.
Desde hace muchos aos, los visitantes de El Silencio estaban acostumbrados a encontrar el grueso de la playa invadido por sombrillas y sillas de alquiler. Si alguien deseaba llevar las suyas, no encontraba espacio para colocarlas o deba hacerlo cerca de la orilla.
Quienes manejaban ese negocio eran los dueos de los restaurantes aledaos. Para muchos veraneantes, este escenario no pareca anormal. Adems, el combo sombrilla, silla y cebichito y alguna bebida bien helada era suficiente para disfrutar de una soleada jornada dominguera.
Pero detrs haba una verdad incorruptible: la playa es de todos, no de quien la lotiza en su beneficio. Los restaurantes, adems, arrastraban problemas de salubridad y una precaria situacin legal que haba originado otros intentos de desalojo en los ltimos aos.
Hace un par de das, la Municipalidad de Punta Hermosa volvi a la carga. Organiz con la polica un desalojo que, por su despliegue unos 300 efectivos, agentes a caballo, un helicptero y un grupo de personas que tenan la apariencia de matones despert mltiples suspicacias.
La intervencin result exitosa y sin violencia. Ante las versiones de que haba sido financiada por urbanizadoras deseosas de apoderarse de tan preciados terrenos, el alcalde insisti en que su objetivo era la recuperacin de la playa.
En un pas donde la institucionalidad tiene el mismo valor que la tesis de doctorado del seor Acua, la desconfianza en la autoridad es natural. Sin embargo, hasta el momento no hay evidencia de que el alcalde haya mentido.
Fuera de ello, la recuperacin de El Silencio es una demostracin de que, a pesar de todo, las leyes pueden funcionar en el pas. Quien vaya a la playa este fin de semana, seguramente va a extraar sus choritos a la chalaca y las cervecitas heladas que le ayudaban a matar la sed ante el inclemente sol. Pero en nombre de la comodidad o la costumbre, no se pueden consagrar situaciones que quebrantan la ley.
Ojal la comuna no se limite a limpiar el terreno y provea de ms servicios a los veraneantes, incluidos restaurantes quin sabe con la participacin de los antiguos posesionarios bajo un ordenamiento que sea cumplido sin distinciones. Respetar la ley vale ms que un cebichito bajo una sombrilla. No lo olvidemos.