El Gobierno aprobó la Ley del Servicio Militar sin tomar en cuenta un preocupante informe de la Defensoría del Pueblo entregado al Ministerio de Defensa y al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas el 24 de mayo pasado.
Según pudo conocer El Comercio, el documento da cuenta de que 26.004 jóvenes de entre 18 y 22 años que abandonaron el servicio militar en los primeros seis meses, pese a que ingresaron voluntariamente a los cuarteles. Ellos están incluidos en procesos en el Tribunal Militar Policial por el delito de deserción entre el 2009 y marzo de este año.
PROPINAS MISERABLES Ello se desprende de una muestra de 366 expedientes de soldados llevados a juicio. La Defensoría indica que el 68% abandonó su base o cuartel militar por sus apremiantes necesidades económicas, las cuales empeoraron mientras estuvieron dentro de las guarniciones en limitantes condiciones.
La propina que reciben los reclutas mensualmente oscila entre los S/.256 y los S/.365, monto inferior a los S/.750 del sueldo mínimo vital. Así, no pueden contribuir a sus hogares y solo les alcanza para sus gastos personales.
NO PUEDEN ESTUDIAR Los últimos días, el Gobierno ha resaltado que el personal de tropa tiene beneficios y facilidades para iniciar o continuar estudios superiores o técnicos durante el servicio militar, pero esto no se cumple en la práctica.
Durante las visitas de los comisionados de la Defensoría del Pueblo a las bases militares, 166 soldados entrevistados señalaron que no estudiaban porque no tenían el permiso de sus superiores y tampoco contaban con recursos económicos para cubrir sus estudios.
JEFES MILITARES VENDEN PRODUCTOS A TROPA Dentro de toda base o cuartel militar funciona un bazar, conocido como cantina, donde se vende comida, gaseosas, útiles de aseo y prendas de vestir. En ese aspecto, otra situación muy llamativa encontró la Defensoría durante visitas realizadas a 24 bases castrenses del país, entre el 10 de abril y 7 de mayo pasado.
Y es que en 17 bases militares, los bazares eran propiedad no de empresas concesionarias elegidas en licitaciones públicas, sino de los propios jefes de unidades militares, quienes venden los productos a la tropa. Los soldados se ven obligados a comprar insumos que deberían ser entregados en forma gratuita por el Gobierno, como ropa, comida y útiles de aseo.
COMPRAN SUS UNIFORMES La situación se agrava así considerando que muchos soldados se ven obligados a comprar sus uniformes, botas y hasta útiles de aseo para mantenerse dentro de sus unidades militares porque la dotación del Estado llega tarde o no se entrega, como lo comprobaron los comisionados.