MDN
Alberto Vergara
Jaime Bedoya

- Formalmente aún faltan tres años para que termine, pero tal vez ya sería oportuno un balance del gobierno de PPK.

Es el peor gobierno del Perú post-Fujimori. En todas las dimensiones que eran su prioridad ha fracasado. PPK recibió una economía que crecía a 4% y en el último trimestre del 2017 el crecimiento ha sido 2,2%. Luego, quisieron cerrar el déficit fiscal y no solo desaceleraron la economía, sino que el déficit es hoy 3,2%, ¡el más alto en 17 años! Y la informalidad que iban a reducir agresivamente ¡aumentó! Es un desastre. Y esto es en la cancha económica, donde se creían los bacanes del barrio. Ahora imagínate cómo nos va en las canchas que no les importan…  

- Por ejemplo…

Educación. PPK prometió que la reforma se mantendría y la ofrendó al fujimorismo. No, en realidad la entregó a una mezcla de intereses mercachifles y oscurantistas. No pararon hasta poner a un ministro que personifica la antirreforma. Y los mejores ministros, Basombrío, Luna, además de Saavedra, que encarnaban cambios importantes en un país donde lo común es hacerse el muertito, esos ya no están.  

- ¿Este es un problema de personas o de instituciones?

Perdón, permíteme moderarme a mí mismo. No caigamos en el error de creer que esto es únicamente responsabilidad del presidente. Muy probablemente este habría sido el peor gobierno del Perú post-Fujimori con cualquier presidente. Creo que es muy importante darnos cuenta de que las trabas al desarrollo no están en nuestros líderes. Si no se hace nada por mejorar la productividad, ¿cómo así podríamos tener otro destino económico que el enfriamiento? Si a nadie le interesa una reforma del Poder Judicial, ¿de dónde surgiría la igualdad ante la ley, el Estado de derecho, necesario tanto para una democracia como para un clima favorable a los negocios? Tenemos el mismo carro charcheroso de nuestras instituciones pero creemos que con un piloto nuevo va a ir hecho una flecha. No es así. La derecha limeña creía que al irse Humala retornaría la confianza empresarial y con ello un crecimiento espectacular. Sorpresa, genios, no estaban ahí ni los problemas ni las soluciones. 

- Pero según el presidente y sus ministros, este año la economía va mejor…

O sea, el precio del cobre ha subido… Pero eso no significa mejoras en nuestra economía, si la entendemos como un sistema de productividad, instituciones, capital humano.  

- ¿Es todo esto el resultado de un gobierno débil, como se repite? 

Creo que la debilidad no es lo que mejor define a este gobierno. Para esto tendríamos que haberlo visto pelear por algo, sacarse la mugre por una política pública y que, tras ardua pelea, hubiera cedido. Pero en todos los temas controversiales se arrodillaron a la primera. Solo han tenido iniciativa para recortar trámites que no le importaban a nadie. Una frivolidad. Ha sido un gobierno más frívolo que débil.

- ¿Se trata del fracaso de la tecnocracia, como se alega? 

Es una pregunta con truco. En los últimos 15 años la tecnocracia ha sido responsable de que nos vaya mejor económicamente que al resto de América latina. Felizmente hemos tenido tecnócratas. Pero hay dos problemas. Primero, no puedes tener gabinetes repletos de expertos que nadie eligió. Eso deslegitima a los gobiernos y a la democracia. ¿Dónde has visto –como en este gobierno y aun más en el de Humala– gabinetes sin personas elegidas por voto popular? Así desaparece el vínculo entre políticas públicas y ciudadanía, surge un problema de legitimidad.  

- Pero también hay el tema de qué es un tecnócrata o una tecnocracia…

Exacto. Ese es el segundo tema. En el Perú creo que piensan que la definición de tecnócrata es ‘pituco de pasadita por el Estado’. Si tú me dices Jaime Saavedra, ok, es un tecnócrata. Antes y después de su paso por el Estado está dedicado a la educación, a las políticas sociales, es un experto del Banco Mundial dedicado a un aspecto de la vida pública. Pero si tu chamba es vender shampoo o ser gerente de un banco o de una minera y pasas al Estado, no eres un tecnócrata pues, eres un gerente en el Estado. Y eso es lo que ha primado en este gobierno, más que en los anteriores. Gerentes en el Estado. Muchos de ellos ya se fueron, no conocían el Estado, metieron la pata, no tienen paciencia. Entonces, es injusto adjudicarle ese fracaso a la tecnocracia. O sea, si necesitas viceministro de Educación y en lugar de un técnico trajinado del propio sector educación prefieres nombrar a un pata de la UPC que no sabe nada del Estado, ¡estás postergando al tecnócrata! Y cuando ese viceministro no ata ni desata ante la huelga del Sutep, ¿sería el fracaso de la tecnocracia? No pues, justamente no lo es. 

- Lo de Kuczynski –“pregúntenle a la embajadora”– ya no parece senilidad, sino cinismo. ¿El presidente es o se hace? 

Se hace. No creo en la senilidad que todos le atribuyen. La manera en que se salvó de la vacancia es de alguien que está en todas. Tuvo que mentir a varias bandas, ‘bluffear’ amenazas, usar argumentos democráticos, llamar a la memoria del autoritarismo para excretarse en todo eso al día siguiente y conminarnos a pasar la página… Eso no lo hace un viejito senil.  

- La señora Keiko Fujimori, subcampeona de las elecciones del 2016 o vencedora legislativa del mismo comicio, según el punto de vista que se adquiera, ha pedido la renuncia del presidente. Este ha dicho que no renunciará. ¿Qué piensas del fondo? ¿Vacancia o renuncia? 

Voy a evitar la arrogancia de decirle al presidente lo que debería hacer. Pero sí creo que con PPK estamos atrapados en un escenario malo. Estamos atrapados en algo así como ese verso de Sabina, “esta sala de espera sin esperanza”. Me gustaría decirte que el país no aguanta tres años vegetando, ¡pero el problema es que sí aguanta! Con este presidente no se va a poder avanzar nada. Nadie confía en él. No tiene palabra. Tres años es mucho así. Quizás la vacancia y unas elecciones anticipadas sería el mejor escenario. ¿O que Vizcarra, tras una renuncia o vacancia, se destapase como un gobernante de otro calibre? Ya estamos en el terreno de la pura especulación.  

- Se aludió al indulto ‘humanitario’. Y el 2018 es el año de la ‘reconciliación’. El año pasado se nombró la inexistente ‘Reconstrucción con cambios’. ¿Qué quieren decir esas palabras?

Nada. Aquí las palabras ya dejaron de significar. En lugar de reconciliación podrían haber dicho ‘expiación’, ‘comunión’, da igual. En la entrevista que Jaime de Althaus le hizo a Mercedes Araoz en El Comercio le preguntó qué significaba la ‘reconciliación’ y no pudo elaborar ni cuatro frases. Y la composición del gabinete confirma que todo es ñanga, no hay nada que revele esa prioridad reconciliadora. Pura cáscara verbal. O fíjate en el ministro de Trabajo Javier Barreda, que hace nada llamó a este gobierno incapaz y corrupto. Y luego de su nombramiento afirma que ya cambió de opinión. Y para el fujimorismo, Vizcarra era un corrupto que no podía ser ni ministro y resulta que ahora sería un presidente ideal. Más que posverdad, en el Perú vivimos en la pospalabra.  

- ¿Cómo revertir esta situación? ¿O hacemos cola en el puente Villena?

Mira, yo creo que hay un país pajísima ahí afuera. También hay uno feo, de hecho. Pero hay uno que rechaza la precariedad informal, que quiere progresar y que confía en una forma civilizada de convivencia. Sobrevive solo, contra la traición de sus políticos, empresarios y mandamases. Más de 600 mil personas van a la Feria del Libro. A mí eso me ilusiona. Y se repite en todas partes. O cada vez que hay una elección y pueden ganar las versiones más tóxicas de nuestra sociedad, no sé cómo, pero espontáneamente rechazan la ilegalidad, la trafa, el atropello. Impidieron que gane el fujimorismo dos veces. Y a un nivel mucho más chiquito, contra viento y marea, el mismo impulso republicano impide que Villa Stein gane el Colegio de Abogados de Lima. El problema es que esos reflejos republicanos ocurren sin liderazgos, a la buena de dios. PPK, por ejemplo, no entiende que ganó gracias a ese tipo de movimiento. Luego se salvó de la vacancia de manera muy parecida. Pero no lo entiende. O no le importa. Si debe degollar a sus electores en el altar del doing business, él mismo consigue la estaca. La maldita paradoja del país puede que se resuma en que necesitamos un caudillo institucionalista. 

- ¿El enfrentamiento Kenji – Keiko es una buena noticia política?

Yo creo que sí. Siempre he creído que la consolidación de la democracia peruana pasa por la no consolidación del fujimorismo como fuerza hegemónica. Y con lo que hemos visto desde el 2016, estoy más convencido. Ojo, no digo que sin ellos tendríamos una democracia ejemplar, pero sí que un fujimorismo hegemónico asegura la ruina democrática. 

- ¿Cuál sería una buena noticia política en julio del 2021?

Que eligiéramos un presidente que no concibe a los ciudadanos como una amenaza a los negocios, sino como aliados en la construcción de una república justa. Un presidente con el que provoque tomarse una foto y ponerla en tu sala. 

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