(Foto: Elías Alfageme)
(Foto: Elías Alfageme)
Ana Núñez

La es una enfermedad silenciosa que puede afectar nuestro cuerpo sin que nos alerte síntoma alguno. Una actriz y una comunicadora nos cuentan cómo se les diagnosticó este trastorno que –pensaban– solo les daba “a quienes no se alimentan bien”. ¿Sabemos cómo nos alimentamos?

| A Irina Patricia Guerra (43), la noticia de que tenía anemia la dejó pálida. Irina es comunicadora, madre de dos chicos y deportista. Siempre trata de comer a sus horas y sabe muy bien que debe incluir carnes, verduras y frutas en sus alimentos y los de su familia. ¿Qué estaba haciendo mal, entonces? Incluso tenía “un par de kilitos de más” en ese momento. ¿No se habrían equivocado en el diagnóstico? Así, pálida, Irina llegó a su casa y dio la noticia. Mas allá de los supuestos buenos hábitos alimenticios en su familia, durante varios años ella había sido la responsable de un proyecto en capacitación a promotoras de salud, que centraba el esfuerzo en temas de nutrición y anemia. La palabra ironía quedaba corta para definir la situación.

-NO TENÍA SÍNTOMAS- La anemia de Irina fue diagnosticada casi por casualidad, como sucede en la mayoría de los adultos que reciben ese diagnóstico. Iniciaba el 2018 y, como lo hace usualmente, debía subir a una mina en altura por trabajo. Antes, debía pasar por un examen médico ocupacional de rutina para garantizar que arribaba en óptimas condiciones. Ella no presentaba ningún síntoma ni malestar. Por las noches estaba un poco cansada, sí. Y “¿quién no llega cansado a su casa después de una jornada de trabajo?”, pensaba. Pero ahí estaba el resultado indubitable de su hemograma. A-ne-mia.

Similar fue la sorpresa de la modelo y actriz María Fe Fuentes (35) cuando, minutos antes de que se le practicara una cesárea de emergencia para que naciera su segunda hija, los médicos comenzaron a hablarle de la necesidad de hacerle una transfusión. Tenía seis de hemoglobina. “Me deben haber dicho antes que mi hemoglobina estaba baja y no le debo haber prestado atención, pero cuando estaba esperando a Victoria, para el día de la cesárea mi hemoglobina estaba bajísima, a tal punto que pensaban que tendrían que hacerme una transfusión. Después de ese episodio ya comencé a prestarle atención a la hemoglobina”, recuerda.

-“PERO YO COMÍA SANO...”- Hasta ese día, para la modelo y actriz la anemia era una enfermedad que le daba solo a la gente “que no come bien o que no come cosas saludables” y ella desde el colegio tenía el hábito de comer sanamente. “No sabía qué podía estar haciendo yo para que me pasara a mí”, dice María Fe.

Irina Guerra tenía la misma idea sobre la anemia antes de que se le diagnosticara la enfermedad. “Antes pensaba que les daba anemia a personas que no tenían acceso a la información necesaria o para quienes los alimentos saludables eran muy caros. Sin embargo, a mí, que tenía acceso a la información y los recursos necesarios para alimentarme bien, me pasó esto. Entonces entendí que había ahí un problema de descuido y que debía cambiar de hábitos”, recuerda la comunicadora.

“También la población adulta y sobre todo las gestantes son afectadas por la anemia. Muchas veces, nos enfocamos en evaluar el sobrepeso y la obesidad sin darnos cuenta de que puede existir la paradoja de que una persona esté con exceso de peso y presente anemia. Esto se debe a que antes se relacionaba el exceso de peso con salud, cuando actualmente sabemos que eso no es cierro. Y muchas veces se reemplazan los alimentos sanos, naturales, básicos, por comida industrializada”, explica la nutricionista Nathaly Aguilar.

Uno de los principales problemas que convierten a los adultos en candidatos a sufrir anemia, comenta la nutricionista, es la combinación equivocada que hacemos de alimentos o la ingesta de los “falsos alimentos ricos en hierro”. Sobre esto, habría que explicar primero que el hierro se halla en los alimentos en dos formas: hierro hemo, que se encuentra en los alimentos de origen animal; y hierro no hemo, que se encuentra en los alimentos de origen vegetal y en los alimentos fortificados en calcio. El cuerpo absorbe mejor el hierro hemo. Para mejorar la absorción del hierro de fuentes vegetales, esos alimentos deben acompañarse con carnes, aves, mariscos y alimentos con vitamina C (como cítricos, fresas, pimientos dulces, tomates y brócoli).

“Por ejemplo, las lentejitas nos aportan un hierro no hemo. Y no nos aportan la cantidad necesaria de este mineral esencial para que se transporte el oxígeno en la sangre. Encima, luego de que uno se come su plato de lentejas, se toma un anís para mejorar a digestión. Pésima combinación. Las lentejitas nos aportan una cantidad mínima de hierro no hemo y adicionalmente las estamos juntando con una bebida que inhibe la absorción de ese nutriente”, explica Aguilar.

-OTRAS MALAS COMBINACIONES- La nutricionista consultada por Somos dio otros ejemplos de casos en los que matamos la posibilidad de que nuestro organismo absorba un poco de hierro de los alimentos por combinarlos mal. “También tendemos, por ejemplo, a prepararnos un sánguche de carne o de huevo frito y un vaso de leche, creyendo que nos estamos nutriendo bien cuando, en realidad, el calcio de la leche nos va a impedir la absorción del hierro de la carne o del huevo”, precisa Nathaly Aguilar.

Básicamente, en el caso de los alimetos que son de origen animal, el único nutriente que impide la absorsión del hierro de los alimentos es el calcio, a diferencia de los alimetos de origen vegetal que sí tienen muchos más impedimentos para su absorción. “Por ejemplo, si juntas brócoli, avena o zanahoria con una taza de café o una bebida gasificada, estos van a anular la absorción del hierro”, dice y agrega el tip más importante de nuestra conversación: no es clave solo lo que comemos, sino cómo combinamos lo que comemos.

Sobre el caso de la propensión mayor de las mujeres a hacer un cuadro de anemia, esto tiene que ver con que existe un mayor requerimiento de hierro en el tiempo en que la mujer menstrúa. “Ahí es donde se elevan los requerimiemtos de este oligoelemento que va a transportar el oxígeno. Entonces, al no existir una cantidad adecuada de hierro por las pérdidas naturales, se va a generar una disminución en la hemoglobina de esas personas”, precisa Nathaly.

-NO PASA POR EL NIVEL SOCIOECONÓMICO- La nutricionista quiere dejar otro punto en claro: el problema de la anemia no pasa por el nivel socioeconómico de las personas, sino por su cultura alimentaria. “En una casa donde solo alcanza para cocinar frejoles con un poco de verduras y arroz tal vez sea mejor la absorción de hierro que en una casa donde se come un pedazo de bistec con un vaso de yogur”, comenta y agrega que otro de los factores que facilitan la absorción de los nutrientes que ingerimos es la práctica de la actividad física.

De otro lado, Nathaly Aguilar comenta que muchos de los adultos a los que se les diagnostica anemia llegan a la consulta sin presentar mayores síntomas que un poco de cansancio, por lo cual es importantísimo realizarnos un tamizaje de sangre por lo menos una vez al año y en el caso de los niños, cada vez que sea necesario.

“La anemia es una alteración corporal silenciosa. Además del cansancio y la fatiga, también se puede presentar como síntomas un poco de hormigueo o calambres”, afirma.

Finalmente, la nutricionista nos explica qué pasaría si no se nos diagnostica rápidamente y no combatimos la enfermedad: lo que puede ocurrir es que esto nos lleve a la dismunición de las funciones mentales, físicas y, finalmente, hasta puede haber una distorsión del funcionamiento de la sangre y el cuadro puede terminar también en cáncer”, concluye.

Si después de leer esta nota no pone mayor atención a su alimentación y no busca mayor información al respecto, no se sorprenda si algún día usted o alguien de su familia pasa a engrosar las filas de las personas con anemia. //

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