Miembros de diferentes bases del Sutep a nivel nacional marcharon esta semana al Congreso para exigir que se cumplan sus demandas. (Foto: Juan Ponce Valenzuela)
Miembros de diferentes bases del Sutep a nivel nacional marcharon esta semana al Congreso para exigir que se cumplan sus demandas. (Foto: Juan Ponce Valenzuela)
Juan Carlos Tafur

El Gobierno ha afrontado en estos días dos huelgas, una de médicos y otra de un sector del magisterio, sin que ninguna de ellas haya podido ser resuelta con presteza. Respecto a la última, el pasado jueves, el Gobierno lanzó una propuesta orgánica para el magisterio, de la mano de los gobernadores regionales, que adelanta el aumento remunerativo a dos mil soles para diciembre de este año (en un inicio estaba previsto para mayo del 2018), se compromete a que no habrá evaluaciones sin previa capacitación y anuncia descuentos a quienes desde este lunes 7 de agosto no se sumen a sus labores.

Desde el pasado 15 de junio se desplegó la huelga de maestros, iniciada en Cusco y extendida a otras regiones, que ha llegado a amenazar con hacer que millones de escolares pierdan el año lectivo, a pesar de la divergencia que respecto de la misma ha mostrado el principal gremio de maestros del Perú, el Sutep, que ha acusado a grupos filosenderistas o ultrarradicales de ser los inspiradores de una protesta irracional y con motivaciones políticas.

A la par, la Federación Médica Peruana convoca desde el 4 de julio una huelga del sector, que ha sido considerada ilegal por el propio Ministerio de Trabajo, pero que ha alcanzado ribetes dramáticos, al conocerse el fallecimiento de un menor en Yurimaguas producto de esta paralización. Según cifras del Ministerio de Salud, solo es acatada por el 6% de los médicos, cifra que difiere de aquella que maneja la Federación, que refiere un acatamiento de la protesta por casi el 90% de los profesionales del ramo. 

El analista político Juan Carlos Valdivia señala que “si en algún momento se notan las carencias del Gobierno, es al momento de enfrentar los reclamos laborales. Carecen de políticos que puedan negociar. En el caso de los maestros, han incurrido en errores garrafales, al negociar con las dirigencias ligadas al Movadef, legitimándolas y empoderándolas frente a su gremio. Es algo que no había sucedido antes en el Estado peruano. Falta de información, de experiencia y habilidades políticas. En ambos casos, de maestros y médicos, han dejado que ambas movilizaciones tomen cuerpo al no resolverlas”.

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