"Casos de la vida real", por Carlos Galdós. (Ilustración: José Carlos Chihuán Trevejo)
"Casos de la vida real", por Carlos Galdós. (Ilustración: José Carlos Chihuán Trevejo)
Carlos Galdós

Caso 1: “Estuve a punto de alquilar mi casa de playa en Punta Hermosa. Pero ni bien pasó lo de PPK, el tío que me iba a rentar la ‘jato’ me dijo que lo esperara unos días. Esta semana ya me llamó por teléfono para decirme que no la va a tomar porque no sabe qué es lo que va a pasar y prefiere guardar esa plata. Como tú sabes, esa es la casa de mis viejos y la ofrecían todos los años en temporada para sacar un dinero que les permita vivir todo el año porque la pensión de jubilación no les alcanza. Ahora están cabezones porque no saben cómo van a hacer: ya le hemos hasta bajado el precio y nadie se anima. Por lo general a estas alturas ya tenemos cerrado el alquiler hasta abril”. 

Caso 2: “Mi esposo es albañil. Le acababa de salir una obra. Hoy comenzaban a trabajar, pero ha regresado a la casa molesto porque le han dicho que no van a hacer nada mientras no se sepa qué se decidirá en el Congreso. A él le pagan semanalmente y ahora no sabemos cómo vamos a hacer porque nadie sabe nada”. 

Caso 3: “En estas fechas suelo tener ya casi toda mi mercadería vendida porque la gente se pone las pilas en los últimos días. Pero desde que ha pasado lo de PPK no está saliendo nada y, si no levanta para el fin de semana, me voy a quedar con todo. Ahora qué voy a hacer con todos los panetones y las canastas que he armado. A mí no me dan a consignación, yo todo lo compro en efectivo”. 

Caso 4: “Con esto que está pasando ahora ni muerto me puedo meter en una deuda hipotecaria y ya estoy jodido porque todo lo que tenía ahorrado lo puse a la cuota inicial. Pero yo no sé qué va a pasar más adelante... de tres proyectos que veníamos manejando en la chamba, dos se han caído en el acto y el encargado del que queda me dice que va a esperar hasta julio porque así como se presentan las cosas de todas maneras piensan mover su plata para otro lado”. 

Caso 5: “Así que nadie sabe qué va a pasar... Bueno, ni loco me puedo casar en el 2018. Encima Cecilia me ha salido con que si se meten los fujimoristas, ella se va a Argentina como sea. Total, su hermano está allá. Casa y comida no le van a faltar y ella por su chamba no necesita quedarse aquí”. 

Caso 6: “En esta semana me han llamado para cancelarme dos shows que ya tenía cerrados. Uno por el día de los enamorados en un club y el otro en Arequipa. Era un evento privado en marzo. Esa plata la iba a disponer para pagar la cuota de ingreso al colegio de mi segundo hijo”. 

Todos estos párrafos están entre comillas porque son textuales. Pertenecen a personas de diferentes estratos sociales, con distintas realidades y necesidades. Todas tienen el mismo nivel de preocupación, incertidumbre, miedo y preocupación. La sensación es la misma: estamos en manos de ineptos que en cualquier momento pueden cambiar nuestro futuro y tumbarse nuestros planes, metas y sueños. En cualquier escenario todos salimos perdiendo. ¿Qué estaremos pagando? 

P.D. El último caso es mío. Gracias, señores políticos, por seguir haciéndolo tan mal. Infeliz Navidad.   

Esta columna fue publicada el 23 de diciembre del 2017 en la revista Somos.

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