"Derecho a no sufrir", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
"Derecho a no sufrir", por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Pedro Suárez Vértiz

Desde que fui diagnosticado con enfermedad de motoneurona, que tiene como síntoma la disartria, miles de personas me ofrecieron aceite de cannabis. Que mi abuelita lo toma y no sabes cómo mejoró, que mi tío con Parkinson también, que mi mamá con fibromialgia, etc. Entonces yo preguntaba: “¿Y cómo lo consiguen?”. Nadie sabía. Obviamente cada enfermo tiene derecho a no sufrir y a buscar como sea su aceite de cannabis. Pero yo soy una persona pública que no quiere problemas legales. Así que buscar un medicamento prohibido en nuestro querido país me iba a dar más estrés que soluciones. Y no me equivoqué. Por elaborar su propio aceite para su menor hijo epiléptico y otros niños en igual condición, una desesperada madre de familia ha sido arrestada por posesión y dizque comercialización de drogas. Eso es un gravísimo error que demuestra nuestro innegable atraso.

La nueva reforma a la ley general de salud de México establece que ya no es un delito la siembra, el cultivo y la cosecha de la marihuana para fines médicos o científicos. ¿Por qué en Perú todavía no se establece una ley de la misma naturaleza? Puerto Rico, Brasil, Canadá, Dinamarca, Jamaica, Reino Unido, Estados Unidos, Portugal, República Checa, Croacia e Israel también han implementado esta reforma. Los peruanos estamos muy desactualizados y encima somos rajones. Así que por favor dejen de hacer encuestas sobre el cannabis, pues con semejantes respuestas solo se consigue retroalimentar la ignorancia. Aún se piensa como a inicios del siglo XX, cuando Estados Unidos expandió la idea a nivel mundial de que la marihuana sea ilegal. Esto fue impulsado por las grandes corporaciones, que tienen igual o más poder que los propios Gobiernos. El cannabis tiene muchas cualidades, como la de generar aceites comestibles, combustibles, telas, cuerdas y hasta papel. Por esta última propiedad, la Hearst Company, una corporación enorme y principal proveedor de papel en EE.UU., decidió derrumbar esta competencia. Fue entonces que se inició una campaña en contra del cannabis, al cual se le otorgó por primera vez el nombre de marihuana. Otra corporación también, DuPont, se vio en las mismas circunstancias cuando el combustible vegetal derivado del cannabis amenazaba su producción de hidrocarburos. Hay documentación de la Federal Bureau of Narcotics sobre cómo Estados Unidos criminalizó el cannabis en relación a la corporación de hidrocarburos mencionada.

Hoy es sabido que el cannabis ayuda a controlar más de 40 enfermedades, y no males cualquiera, sino algunos de los más comunes y mortales: cáncer, sida, glaucoma, epilepsia, esclerosis y la lista sigue. Esto lo sabemos muchos, pero también hay que deshacer los mitos. Una gran mentira es que cura el cáncer. Nada lo cura aún, pero el uso del cannabis medicinal ayuda a aliviar síntomas como las náuseas y la inapetencia producidas por efecto de la quimioterapia. Otro mito es que el uso medicinal de la marihuana es algo nuevo y por ello una excusa reciente para legalizarla, cuando se han encontrado registros de este aprovechamiento más allá del año 2000 a.C.

Se usaba la raíz seca y molida del cannabis como analgésico para diferentes tipos de traumatismos. Esta es su principal función, aliviar síntomas de dolor y convulsiones. Este uso nace en China, donde se considera se originó su real consagración como planta medicinal. En la India también se usaba hace miles de años para aliviar dolores de estómago. En África, mayormente en el norte, también se empleaba el cannabis como sedante para realizar operaciones y evitar infecciones por bacterias. El uso medicinal de la planta es tan comprobadamente benéfico que ya no se puede dejar de lado.

Sería absurdo reemplazarla con algún tipo de sedante suplementario. El cannabis es una planta natural que posee muchísimas cualidades, no un producto sintético. Hay que desmentir mitos, como que es adictiva o que genera necesidad progresiva de aumento de dosis, y dejar de aferrarse a la fama de su uso recreativo. Hasta el jarabe para la tos es adictivo y mortal en dosis excesivas. Así que el argumento de las contraindicaciones del cannabis medicinal nos ridiculiza como cultura ante el mundo. Despabilémonos. 

Esta columna fue publicada el 30 de setiembre del 2017 en la revista Somos.

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