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padres e hijos

Por: Fernanda Huapaya

A veces la herencia no implica bienes materiales, sino un legado familiar que puede aferrarse como un grillete. En ocasiones se lleva con dignidad; en otras, se arrastra. El polémico ex ministro del régimen militar del 70, Luis ‘el Gaucho’ Cisneros; el genial futbolista Julio César Uribe y el reconocido periodista Federico Salazar son figuras cuyo nombre tiene ganado un sitial en nuestras mentes. Pero también han proyectado una sombra sobre sus hijos que no siempre los ha cobijado.

A la distancia
Son las 10 de la mañana en Lima y las 5 de la tarde en Madrid. El escritor Renato Cisneros desenjaula sus recuerdos sobre su padre, el general del ejército temido por muchos, cuestionado por otros por sus ideas represivas y con quien ha marcado distancia en varios puntos (ejercer la pena de muerte en caso de terrorismo, por ejemplo). “Fue muy parecido al personaje público que construyó. Pero tras su partida fue más fácil leerlo. Muchas veces, cuando el padre proyecta una sombra omnipresente, su muerte propicia el verdadero nacimiento de los hijos”.

Dice que con su libro 'La distancia que nos separa' no pretendía juzgarlo. “En el Perú somos tan patriarcales que la idea de que un hijo discrepe públicamente con su padre saca roncha de inmediato. Se cree que debemos ser sucursales”, sostiene, aunque confiesa que no le resultó fácil fungir de árbitro entre sus facetas de heredero y escritor. “No quería continuar con las indagaciones, pero tenía que penetrar en el pasado”. Y si bien se ha topado con hechos que lo desencantaron, Cisneros conoce del lazo imborrable con quien ahora es su mito. “Haberlo convertido en un personaje literario ha tenido un precio: difuminar su recuerdo más puro debajo de hallazgos y especulaciones”, asegura.

Su sombra no ha desaparecido, pues escribir de él le restañó heridas, pero le despertó otras. Entre lo bueno y malo que su condición de hijo le trajo, asegura que no busca que lo distancien de aquella figura. “‘El Gaucho’ siempre va a ser mi padre, incluso desde la muerte”. 

Sombras y luces
Cuando Julio Edson ‘Diamantito’ Uribe tenía 16 años, aseguró públicamente que iba a superar a su papá, una leyenda del fútbol que llevó al Perú a disputar su último mundial. Hoy, a sus 35 años, reconoce que la vara era bastante alta. Inmensa, por decir lo menos. “En mi caso siempre fue una carga llevar el apellido. Más allá del orgullo, resultó muy difícil”, asegura, a la vez que remarca que le costó más que al resto hacerse una carrera en el deporte rey. “No tenía una sombra encima, sino un sombrón. Una cruz pesadísima”, indica a la vez que precisa que ser hijo de su padre y heredar algunos de sus enemigos le cerraron muchas puertas, aunque se dio el gusto de ser convocado a una selección sub 20. 

Una pantalla para dos 
Bastó que Sebastián Salazar apareciera al frente de un programa en Canal N para que de inmediato se activaran las críticas y las voces que afirmaban que su único mérito era ser “hijo de…”. “Entiendo que la gente pueda pensarlo, son cosas que me toca escuchar, pero tampoco me afectan”, indica el filósofo y economista de 28 años y actual conductor de Rumbo económico.

Con un perfil laboral y físico muy parecido al de su mediático padre, Federico Salazar, admite haberse enamorado del periodismo. Dice también que le simpatiza la idea de hacer una carrera en televisión. “Me gustaría, si se pudiera, seguir conduciendo y estar tantos o más años que mi papá porque, para mí, es el mejor referente”. Sabe que a Federico la gente le tiene mucha simpatía, pero que a donde llegue siempre será por sus propios pies

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