Como adultos, pensar en que los niños tengan espacios no estructurados de tiempo puede generarnos la sensación de querer decirles qué hacer. Sin embargo, es importante que aprendamos a dejarlos explorar.
Como adultos, pensar en que los niños tengan espacios no estructurados de tiempo puede generarnos la sensación de querer decirles qué hacer. Sin embargo, es importante que aprendamos a dejarlos explorar.
Andrea Montalvo

Durante la última semana me he encontrado con muchos comentarios en Facebook, posts en Instagram y artículos en revistas que hablan acerca de los niños y la . Muchos de estos ofrecen ideas de qué hacer con ellos mientras el tiempo debe pasarse en casa, y los comentarios de padres con los que me he encontrado hacen referencia al tedio que origina el “homeschooling” -escuela en casa- y a lo difícil que puede ser tener que enseñarles matemáticas, comunicación y ciencias. Además, mantenerlos entretenidos cuando terminaron las tareas. Todo esto por encima de los trabajos de los padres y de todo lo que hay que hacer en una casa para mantenerla funcionando.

Mientras más leo, más me encuentro con papás y mamás que están muy frustrados con la situación, o que sienten que no están haciendo “un buen trabajo” porque no son hábiles con las manualidades o no se les ocurre qué más hacer con sus hijos e hijas. En una situación como la que estamos viviendo es muy fácil sentirnos abrumados por tener que estar en casa el 100% del tiempo y por todo lo que eso conlleva, especialmente cuando hay niños pequeños alrededor.

Es normal que los adultos nos sintamos abrumados, frustrados y que nos dejemos llevar por el estrés y la incertidumbre y que en muchos casos esto lleve a querer mantener control sobre lo que sí podemos controlar: la estructura de la rutina de nuestros hijos. Esto se convierte en un mecanismo que nos ayuda a lidiar con la ansiedad y, aunque puede ayudarnos a sentirnos mejor de manera temporal, tal vez está teniendo el efecto contrario en los niños. Al querer tenerlo todo estructurado y dirigido, no los estamos dejando explorar y lidiar con lo que ellos están sintiendo y viviendo a partir de esta nueva experiencia.

Una vez que los niños entienden por qué deben estar en casa, será menos complicado explicarles el por qué su rutina está cambiando.
Una vez que los niños entienden por qué deben estar en casa, será menos complicado explicarles el por qué su rutina está cambiando.

Lo primero que se debe hacer cuando hay niños pequeños (y adolescentes) en casa es hablar con ellos y explicarles – de una manera sencilla pero clara – lo que está pasando afuera y el por qué debemos quedarnos adentro, haciendo énfasis de la importancia de cuidarnos entre todos. Los niños, por más pequeños que los consideremos, son muy perceptivos y aprenden muy rápido, por lo que cuando una explicación es clara para su edad, entienden lo que les queremos decir. Cuando hablemos con niños, es importante tener cuidado de no asustarlos o de transmitirles el miedo o preocupación que estamos sintiendo los adultos.

Una vez que los niños entienden por qué deben estar en casa, será menos complicado explicarles el por qué su rutina está cambiando. Esto es muy importante. Todas nuestras rutinas – tanto de niños como de adultos – están cambiando con esta nueva situación y es importante que la nueva rutina sea construida en conjunto con ellos. Los niños se benefician de tener rutinas claras y límites que les digan qué está permitido y qué no. Estas rutinas no deben ser rígidas ni muy estructuradas, pero deben poner en claro lo que cada niño o niña en casa debe hacer durante el día o semana. Si tienen muchas tareas escolares, es importante incluir el tiempo para hacerlas en la rutina. Además, debemos incluir las rutinas de higiene y de colaboración en casa (si tienen edad suficiente para hacerlo), de manera que tengan claro qué hacer durante el día.

De igual manera, es importante incluir tiempo libre en la rutina. Con tiempo libre me refiero a un espacio en el día a día que no esté estructurado, en el que los niños tengan la posibilidad de elegir qué hacer y cómo. Al comienzo esto puede ser difícil, especialmente si están acostumbrados a tener a papá o mamá con ellos todo el tiempo diciéndoles qué hacer o no. En la época en la que tenemos distintos recursos tecnológicos a nuestro alcance, los niños cada vez están menos acostumbrados a no hacer nada y “aburrirse”. Está comprobado que tener tiempo “sin nada que hacer” ayuda a los niños a desarrollar su curiosidad, perseverancia, ganas de jugar, interés y confianza. Al enfrentarse a momentos en los que no pueden coger aparatos digitales, no tienen tareas escolares y no tienen a alguien dirigiendo sus actividades, los niños se ven obligados a utilizar su imaginación y a explorar sus entornos para probar cosas nuevas que de otra manera no harían o aprenderían.

Esto los ayuda a consolidar su identidad, pues les brinda un espacio para cuestionarse y responder a estos cuestionamientos sin la dirección de alguien más; los empuja a tomar iniciativa y a probar cosas nuevas para ir determinando qué les gusta y qué no. Como adultos, pensar en que los niños tengan espacios no estructurados de tiempo puede generarnos la sensación de querer decirles qué hacer. Sin embargo, es importante que aprendamos a dejarlos explorar, ejercitar su curiosidad y definir solos qué es lo que quieren hacer sin entrometernos, siempre que lo que elijan no sea algo peligroso, evidentemente.

Algunas formas de empujarlos a aprovechar el “tiempo libre” y el aburrimiento son:

· Incluir este tiempo en la rutina e informarles de lo que estamos haciendo. Al organizar el día a día, se les debe avisar que dicho tiempo estará destinado a que ellos hagan lo que quieran solos/solas. La idea es que no usen los aparatos electrónicos durante este tiempo y que, si buscan la dirección de un adulto, este sepa decirles que ese momento es para ellos y que deben aprovecharlo.

· El tiempo que tienen para “aburrirse” debe ir incrementando de manera paulatina. Si los niños están acostumbrados a tener siempre la estructura y dirección de un adulto, es probable que se frustren al no saber qué hacer. Por eso, empezar por intervalos cortos de tiempo, dependiendo también de la edad (mientras más pequeños sean, menos tiempo solos deberán tener). Se puede empezar por 10 minutos y luego ir aumentando conforme vayan disfrutando de sus actividades solos. Es importante que esto ocurra todos los días y no de vez en cuando.

· Al inicio, se les puede dar algunas ideas poco estructuradas. Como “anda coge tus juguetes” o hacerles preguntas que empujen a la imaginación. La idea es ir soltando las indicaciones conforme ellos se van acostumbrando al tiempo libre.

Lo más importante que debemos saber es que dejar a los niños aburrirse no es desperdiciar el tiempo, es enseñarles a invertirlo en actividades que van a estimular su creatividad, independencia e imaginación. Las personas hoy en día estamos recibiendo estímulos de manera constante, especialmente teniendo acceso a tantos elementos . Por eso es importante darle tiempo al cerebro de recuperarse de todos esos estímulos para ayudar a los niños a no depender tanto de los adultos, ni de otros artículos, para entretenerse.

*Según ha compartido el congresista Alberto de Belaunde, recientemente se ha aprobado una norma para que los niños con autismo puedan salir a pasear con sus padres durante esta cuarentena.

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