Enrique Planas

SEIX BARRAL / 156 PÁGINAS

Lady Ciclotrón baila. María Magdalena Pacheco se desprende de los guantes, de la estola de plumas de avestruz, del traje de satén violeta, de los zapatos y las medias. Suena la música de Frank Sinatra y la audiencia aplaude a rabiar. Y como proyectados sobre el escenario del patético nightclub, observamos el contexto de una ciudad contaminada: la crisis de la pesca y la política salada, el Señor de los Milagros en procesión, en parecido fervor al de un partido de fútbol, una industria cibernética nacional en auge, cultos fálicos practicados en Babilonia y en nuestras culturas prehispánicas. En Primera muerte de María (1988), segunda y última novela de Jorge Eduardo Eielson, convergen imágenes y textos de diferentes géneros: narrativos, ensayísticos o de borrosa autobiografía. El cruce de relatos se plasma con el mismo frenesí del striptease de la protagonista.

La reedición de esta novela de culto era una tarea pendiente. En su momento, pasó desapercibida por la crítica, incapaz de entender su forma de abordar el deseo a partir de una mirada dual, en la que convergen lo público con lo privado, lo virginal con lo abyecto, lo inmaculado con lo contaminado. Un libro que replica sensaciones de felicidad y dolor, de éxtasis y asco, pero sobre todo un profundo erotismo sostenido por la ensoñación de Lady Ciclotrón, la preciosa rumbera, cuyo corazón se debate entre José, Roberto y Pedro, quienes la desean y a la vez desprecian. El sufrimiento de la mujer es tan delicado como las prendas de satén violeta que flotan en su baile, cita y parodia de la cuaresma católica (el mismo Roberto, objeto de deseo femenino, lleva la cara del Cristo). Primera muerte de María destruyó hace poco más de 30 años la maquinaria narrativa convencional, rompiendo con aquella prescripción clásica que impide al narrador moderno intervenir en su propia historia para juzgar, al lado del lector, a sus criaturas. Un autor que confiesa, con brutal honestidad, no comprenderlas. //

EL AUTOR. JORGE EDUARDO EIELSON (Lima, 1924 - Milán, 2006), escritor y artista plástico. Es uno de los más grandes exponentes de la poesía peruana del siglo XX y miembro de la Generación del 50.

OTROS LIBROS QUE RECOMENDAMOS ESTA SEMANA

El irlandés

CHARLES BRANDT

CRÍTICA

El escritor y ex fiscal Charles Brandt fue el confesor de los crímenes de Frank Sheeran, camionero y matón a sueldo interpretado por Robert De Niro en la celebrada cinta de Netflix. Publicado en 2004, el título original I Heard You Paint Houses (‘Escuché que pintas casas’) alude a lo primero que Sheeran conoció de boca del líder sindicalista Jimmy Hoffa, poética forma de referirse a la sangre de las víctimas en las paredes. Entre las sorprendentes revelaciones del anciano irlandés encontramos asesinatos sin resolver tan célebres como el de ‘Crazy Joey’ o el mismo Hoffa.

Su último deseo

JOAN DIDION

PENGUIN RANDOM HOUSE

Novela envolvente, atípica, desconcertante. Un thriller político que desafía la fidelidad del lector al universo Didion. En un estudiado caos narrativo, la autora de Sacramento cuenta la historia de una terrible lealtad, la de la periodista Elena McMahon a su padre, quien se ha pasado la vida entre sombras y negocios tan turbios como el tráfico de armas. Y a partir de este complejo vínculo, despliega su crítica a uno de los periodos más glamorosos y a la vez corruptos en la historia de EE. UU.: los años 80.

Cuentos de Valdelomar

ÁGUEDA NORIEGA Y MIGUEL DET

PANAMERICANA

No se trata solo de ilustrar dos de los cuentos más emblemáticos del notable escritor iqueño, sino de la intención de dos imprescindibles dibujantes por recrear el mundo familiar, tierno a nivel fraterno pero rígido y vertical en su relación con los padres, de los Valdelomar, en medio de un mundo criollo, visto desde la provincia, que se abre a la modernidad. En esta entrega, Noriega apela al lápiz de color y la tinta para representar la melancolía del primer amor, mientras Det carga las tintas para representar al enérgico Carmelo y su sangrienta épica.

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