"Amores que matan", por Pedro Suárez-Vértiz
"Amores que matan", por Pedro Suárez-Vértiz
Pedro Suárez Vértiz

Sex Pistols fue uno de los grupos con mayor influencia del movimiento punk rock de fines de los años 70. La esencia de la banda era romper todas las reglas cívicas y morales. Como digno embajador de esta subcultura, Sid Vicious –el bajista de la banda, heroinómano e hijo de heroinómana– se la pasaba drogándose con su enamorada Nancy Spungen, también adicta al mismo vicio.  

La banda se separó. Sid continuó como solista y Nancy fue su mánager. Ambos siguieron con la adicción a la heroína y le añadieron morfina sintética. El 12 de octubre de 1978, en Manhattan, Sid llamó a la recepción del hotel en donde él y Nancy vivían desde hacía más de un mes para avisar que alguien “se sentía mal”. Nancy Spungen se encontraba muerta con varias puñaladas en el estómago en el baño del cuarto. Sid fue inmediatamente esposado. Él confesó creer que cometió accidentalmente el homicidio, debido a lo tan drogados que estaban ambos. Su madre pagó la fianza y fue temporalmente liberado. A los cuatro meses, Sid fue encontrado muerto por sobredosis. Algunos dicen que fue su propia madre quien le quitó la vida, para que no se pudriera en la cárcel. Recientemente, el director Alan Parker, quien realizó un documental sobre Sid, afirma que un ladrón mató a Nancy y les robó dinero.  

Pero los feminicidios no tienen siempre la misma historia de fondo. O. J. Simpson era un conocido jugador de fútbol americano. El 13 de junio de 1994 se encontraron los cuerpos sin vida de su ex esposa Nicole Brown y del camarero Ronald L. Goldman afuera de la casa de la mujer, ambos apuñalados. Muchas cosas incriminaron a Simpson, como el famoso guante con sangre hallado en la escena, con el ADN de las víctimas y el de O. J.  

El jugador fue el principal sospechoso y gracias a una grandiosa defensa, junto a eventos como la crisis racial de Los Ángeles, se generó una presión a nivel de Estado para no condenarlo. Recuérdese que el acusado era afroamericano. O. J. Simpson fue previsiblemente proclamado no culpable. Posteriormente, en un nuevo juicio fue obligado a pagar 33 millones de dólares.  

También el actor Robert Blake, famoso por ser el detective Baretta en los 70, fue sospechoso por el asesinato de su esposa. Aún no se sabe si fue él o no. Como lo recuerda Piers Morgan en una entrevista a Blake por el lanzamiento de su libro, una noche él fue a comer con su esposa a un restaurante. Terminada la velada, la esposa se dirigió al auto. Robert demoró porque había regresado a ese sitio por su pistola. Cuando llega al auto, se dio con la sorpresa de que su esposa había sido víctima de un disparo. Hasta el día de hoy Blake se defiende diciendo que él no fue quien cometió el crimen. “Por supuesto que soy inocente… Los policías inventaron eso y lo empujaron por la garganta de la prensa. Ellos adoraron el cuento”, esgrime.  

Otro caso conocido de feminicidio fue el del célebre campeón de box, el argentino Carlos Monzón, quien fue hallado culpable y sentenciado a solo once años de prisión por haber asesinado a su esposa, Alicia Muñiz. Una noche, luego de regresar ebrio de un casino, Monzón inició una acalorada discusión con su esposa que lo llevó a agarrarla a puñetazos. Esto provocó que Alicia caiga por el balcón y muera por fracturas en el cráneo. Carlos se lanzó para socorrerla, pero fue demasiado tarde. Como se dijo en un informe del canal argentino Crónica TV: “Carlos Monzón no mató fríamente, pero mató”. 

Y por último, el célebre productor musical norteamericano Phil Spector, responsable del éxito de los más grandes artistas de los 60 y 70, mató a la camarera y aspirante a actriz Lana Clarkson en el 2003. Fue accidental. Pero la costumbre de Spector de amenazar con su pistola a medio mundo era harto conocida desde los 60. Esta vez, en su mansión, se le fue el dedo por ebrio y mató de un tiro en la boca a la mujer. En el 2008, a los 69 años, fue condenado a 20 años por homicidio en segundo grado.  

Como dice el célebre músico peruano Saúl Cornejo: “En la carcel está el verdadero ser humano”. 

Esta columna fue publicada el 05 de mayo del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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