El barco que salvó al mundo, por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
El barco que salvó al mundo, por Pedro Suárez-Vértiz. (Ilustración: Nadia Santos)
Pedro Suárez Vértiz

El arca de Noé es uno de los relatos bíblicos más famosos que hay, y el que más me ha fascinado desde niño. En él se cuenta que al patriarca Noé se le apareció Jehová y le pidió que construyera un arca de magnitudes colosales, ya que venía el diluvio universal. Este constaba de intensas lluvias durante 40 días y 40 noches. Además, se le ordenó que abordaran no solo él y su familia, sino también un macho y una hembra de cada especie animal. Noé obedeció y así salvó a su familia y a los animales.  

Este relato, como varios más, son leyendas para la mayoría. Pero al parecer parten de acontecimientos reales. No hace mucho, un grupo de arqueólogos chinos ha descubierto lo que ellos consideran el 99,9% de la mismísima arca de Noé. En el relato bíblico se sugiere que el destino final del arca fue la zona del monte de Ararat, en Turquía. En este lugar, justamente, se encontraron los supuestos restos por parte de los arqueólogos chinos. Cabe mencionar que desde hace más de 50 años la CIA tiene a dicha zona bajo vigilancia constante. Quizás por motivos bélicos. Otros dicen que por tratarse de un objeto indescriptible estrellado en el monte.  

Todo empezó cuando un piloto ruso divisó una deformación de color oscuro en el monte de Ararat, que a simple vista parecía un barco. La información llegó al zar Nicolás II, quién mandó investigar el área. La expedición fue confirmada en un reporte soviético del 2004: “El grupo del orientalista Andréi Poliakov pretende repetir la hazaña de la expedición enviada al este de Turquía por el zar Nicolás II en 1916 y que, según la leyenda, no solo encontró el arca, sino que consiguió pruebas de su existencia, actualmente perdidas”. Esto es muy probable, pues se sabe que la revolución destruyó todos los estudios científicos del zar.  

¿Por qué entonces no hay más expediciones? Lo que pasa es que, como lo comprueba el reportero bélico Daniel Irriarte, un ex corresponsal del diario ABC, “las condiciones son muy difíciles. Hasta hace poco se trataba de una zona militar reservada, en la que operaba la guerrilla kurda del PKK, que hace pocos años secuestró a un grupo de turistas extranjeros que escalaban el Ararat. A esto hay que añadir el frío extremo que agrieta las carreteras e impide los ascensos ”.  

En 1943, un militar norteamericano, Edward Davis, llegó al monte Al Jauri en la frontera iraní, donde era posible, según él, ver el arca cuando se derretía el hielo. Investigadores británicos tomaron fotos aéreas de la zona, que muestran efectivamente una construcción bajo el agua congelada.  

Otros sitúan el arca a 24 kilómetros al sur del monte Ararat, en un lugar llamado Tendurik, descubierto en los años 50 por Ilhan Durupinar, militar turco. Se trataría de una enorme formación rocosa con aspecto de barco. Life Magazine envió en 1960 una expedición a la zona. Pero la revista no quiso complicarse y declaró que se trataba de un fenómeno natural en forma de barco, producido por aludes postdiluvianos.  

La prueba más veraz de que hay una embarcación encallada a 5.000 m.s.n.m. son los trozos de madera enviados para ser evaluados por el expedicionario francés Ferdinand Navarra, en 1953, a París, Madrid y Wisconsin. Estos arrojaron que serían cortes de roble en proceso de fosilización de 5 mil años de antigüedad, trabajados a mano con herramientas de madera, embadurnados con brea por dentro y fuera (lo cual coincide con los métodos marinos de la época y con los datos de la biblia).

Vicente Fuentes, youtuber español mundialmente reconocido, relata sobre el hallazgo del arca que “el investigador David Fasold llegó a descubrir una serie de anclas de madera que estaban en las faldas del monte Ararat”. Según otras fuentes, algunos investigadores encontraron pelaje y heces de animales cerca de la zona, lo cual confirmaría aún más el hallazgo del arca. El arca de Noé, una historia tan extraordinariamente fantástica, que muchos jamás creerían que fuera verdad, parece ser real. No al dedillo. Pero de que hay una nave de madera en las inaccesibles cumbres del monte Ararat, la hay. 

Esta columna fue publicada el 07 de julio del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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