"Tiempo de cábalas", por Juan Aurelio Arévalo.
"Tiempo de cábalas", por Juan Aurelio Arévalo.

Con el también empieza la temporada de cábalas. Nótese aquellos que se sientan en el mismo sitio frente al televisor, a los que no se cambian de ropa, a los que no se afeitan, a los que se despiertan escuchando la misma canción y a los que hacen la señal de la cruz cuatro veces.

Cabuleros son los hinchas y también los jugadores. El alemán Mario Gómez no canta el himno porque en un partido Sub 15 no lo hizo y anotó un gol. Ronaldo evitaba patear al arco en los entrenamientos para no “gastar sus goles”, Batistuta se iba a dormir con chimpunes mojados y el francés Domenech alcanzó la imbecilidad plena cuando dejó fuera del Mundial 2006 a Robert Pires porque era escorpio. 

Pero si hubo un Mundial de cábalas, ese fue sin duda . Por orden de Bilardo, la selección argentina iba a los partidos en el mismo bus, con los mismos policías, buscaban que los entrevistaran los mismos periodistas y todos estaban prohibidos de comer pollo.  

Pero la mejor la cuenta “”. Hermes Muñoz era un camarógrafo argentino de la NBC. Su jefe creía que traía mala suerte y por eso le prohibió seguir a la selección en los estadios. Pero el día de la final no aguantó y mandó al diablo la cábala. Escuchó los primeros dos goles argentinos por radio, entró al estadio confiado y ni bien pisó el Azteca, gol alemán. Luego se acomodó en la tribuna y llegó el empate. Y entonces huyó. Corrió hacia las rejas pero estaban cerradas, así que se tiró al suelo y estiró las piernas hasta tocar la calle. Y en esa posición llegó el gol de Burruchaga. Y Hermes sintió que la Copa la consiguió él. 


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