Cómo diversificar tus opciones para ser feliz, por Luciana Olivares
Cómo diversificar tus opciones para ser feliz, por Luciana Olivares
Luciana Olivares

Hace poco tiempo, por el Día de la Felicidad, me pidieron que dé una descripción sobre lo que esta palabra significaba para mí.

Recuerdo que escribí que para mí la felicidad es como una bolsa de caramelos que compras no con plata, sino con tres monedas: autoconocimiento (descubrirte y perdonarte), libertad (dejar ir) y capacidad de compartir (disfrutar con alguien y no pasar tus días como un hongo debajo del refrigerador).

Pero así como un delicioso caramelo se acaba, tus tres monedas te hacen consciente de que siempre puede venir otro nuevo sabor que quizá te gustará más que ese sabor fresa que pensabas era tu favorito. Pensándolo bien y quizá con la influencia de las Pascuas, profundizaba sobre el concepto de los huevos (no creas que ando ‘huevin’, tengo un punto). Esos de chocolate que te escondían de niño y morías por encontrar. No importaba en realidad el tamaño, pero lo que no podías perdonar era que no fueran muchos para buscarlos por toda tu casa, devorártelos luego y encontrar la sorpresa. De hecho si venía tu tía, la ‘ficha’, con ese huevo enorme y fino, como que no te entusiasmaba tanto porque lo que te motivaba era la cantidad de opciones que podías tener con varios huevos chiquitos, así de sorpresa te toque una figurita.

En la vida, y conforme vamos creciendo, muchas veces nos olvidamos de la emoción de tener distintos huevos y nos aferramos solo a uno, lo abrazamos con todas nuestras fuerzas y depositamos en él toda expectativa de ser feliz e incluso realizarnos como personas. Ese huevo puede ser una pareja e incluso estar dispuesto a mantener una relación solo por el hecho de no arriesgar un estado civil en el DNI que te permita sentirte exitoso.

Puede ser también aferrarnos a un trabajo que creemos nos define como personas, al que le entregamos hasta nuestro tiempo libre estando pendientes del correo los fines de semana y nos cobija tanto que no nos sentimos cómodos de salir de su cascarón porque no la tenemos clara. O quién sabe, ese huevo pueden ser nuestros hijos y convertimos la paternidad en nuestra única etiqueta, olvidando otros roles y volviéndonos monotemáticos.

El gran problema con todos los ejemplos anteriores es que estamos entregando toda nuestra energía y razón de ser feliz a un solo huevo. En otras palabras, estamos apostando nuestra felicidad, esa palabra enorme y compleja, a un solo ticket. Y si se acabó el amor, ya no vamos más en ese trabajo o los hijos crecieron y tienen sus propias agendas, sentimos el mayor de los vacíos. Hoy les propongo que se acuerden de los huevos de chocolate de su infancia y diversifiquen sus fuentes de felicidad. Y así como en los bancos se ofrecen distintos productos por nuestro dinero, dependiendo del riesgo y el tiempo que estemos dispuestos a invertir, en la vida tenemos que armar un portafolio de acciones en el que no dependamos de una sola apuesta que pueda llevar a sentirnos las personas más afortunadas de los mortales o la más miserables de las criaturas.

A diferencia de lo que siempre nos recomendaron, en el caso de la felicidad no debemos poner los huevos en la misma canasta, sino en varias que tengan potencial. No nos condenemos a ser personas monotemáticas en lo que a ser feliz se refiere y reconozcámonos como esas personas de intereses y pasiones múltiples que tienen muchas formas de alimentar su felicidad. Si se cierra una puerta o un afecto, tendremos siempre más de una ventana abierta para llenarnos de un nuevo y delicioso aire. //

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