"Encomiendo mi espíritu", por Carlos Galdós. (Ilustración: José Carlos Chihuán Trevejo)
"Encomiendo mi espíritu", por Carlos Galdós. (Ilustración: José Carlos Chihuán Trevejo)
Carlos Galdós

El Señor esté con vosotros y con su espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor nuestro Dios. ¿Es justo y necesario? En verdad es justo y necesario. Es nuestro deber y salvación darte gracias Señor por tenernos todavía vivos después de tanto delincuente que ha gobernado el Perú y de su séquito de ‘comechados’ que también han metido mano a nuestras arcas.  

Por ello hoy venimos ante ti, Padre santísimo, a pedirte cumplas tu palabra y nos otorgues la paz y la unidad que estamos necesitando para sentir tu presencia y, sobre todo, hoy más que nunca se haga realidad aquel popular dicho que dice que Dios es peruano. Manifiéstate, Padre, a través de tus santos, en el nombre de nuestro señor Jesucristo, que por sus llagas fuimos sanados. Amén. 

San Antonio de Padua, santo de los albañiles, te pedimos por nuestros hermanitos descarriados de construcción civil. No permitas que sigan dejando muerte a su paso o, en todo caso, que se maten entre ellos, pero solo entre ellos. De malo a malo que se liquiden. Roguemos al Señor; te lo pedimos, Señor.  

San Judas Tadeo, patrón del trabajo y los imposibles, te rogamos encarecidamente que le consigas un trabajo a Keiko Sofía Fujimori Higuchi. Saca de su cabecita la loca idea de querer ser presidenta del Perú; no nos castigues más y permítele más bien encontrar un trabajo digno y a su medida. Si es lejos del país, mejor. Roguemos al Señor; te lo imploramos, Señor. 

Santo Tomás de Aquino, patrón de la educación, te suplico que hagas que se queden mudos personajes como Bienvenido Ramírez y demás ejemplares que hoy están sentados en el Congreso de la República, gracias a la fina cortesía del fujimorismo. No te pido educarlos porque ese sería un milagro máximo, pero con que de pronto pierdan la voz a la hora de intervenir en las sesiones parlamentarias ya te estaríamos agradecidos eternamente. Roguemos al Señor.  

Virgen del Carmen, patrona de los conductores, encarecidamente te demandamos que desaparezcas a todos los choferes de Orión, El Chosicano y demás asesinos motorizados. Mételos a un bus gigante del tamaño del arca de Noé y, ya que les gusta la adrenalina, desaparécelos a la velocidad de la luz. Golpe avisa, pie derecho, bajan, bajan en el siguiente paradero y que no suban nunca más. 

Santa Eduviges, patrona de los adeudados e insolventes, despojándome de toda malicia recurro a ti para interceder por nuestro pobre hermano congresista Daniel Salaverry, quien le debe miles de soles a la SUNAT con su humilde empresita inmobiliaria. Ayúdalo de paso a encontrar la información contable, al igual que a sus otros hermanitos de maldad, como Yoshiyama, que dice que le han robado sus computadoras, justo las que guardaban celosamente la información de gastos y aportes de campaña de Santa K a Joaquincito Ramírez. También concédele la misma gracia, ya que mágicamente, por obra y gracia del Espíritu Santo, los diez libros de sus empresas se hicieron humo en un accidente de tránsito. Te pido que de paso le regales un poquito de creatividad, para que la próxima se busque una justificación menos cojuda. Roguemos al Señor; desaparécelos, Señor. 

Señor de los Milagros, te pido por nuestro flamante presidente, quien primero fue abucheado por los herejes por el caso Chinchero y ahora los mismos blasfemos lo idolatran. Protégelo de toda ira, envidia y malicia obstruccionista; que no ceda ante la presión del maligno y nos traiga el 4% de crecimiento deseado. Que se reactive el país y que nos saque del modo ‘pausa’ en el que estamos. En el nombre de Jesús, Amén.  

Diablo, Satanás, Lucifer, que se quemen en tu infierno todos los que meten uña y se enriquecen a costillas de nosotros. Quema de a poquitos, para que sufran, a ex presidentes, congresistas, alcaldes, autoridades regionales, jueces, fiscales, etc. etc. etc. Y no dejes rastro de ellos; ni siquiera sus cenizas, que no sirven para nada. Te hago un pedido especial y pongo primero en la lista al congresista Moisés Mamani, a quien no solo no le gusta hacerse cargo de su hija, sino que también ha perdido la memoria de todos sus compañeros de estudios y parece ser que nunca en su vida pisó el colegio. Amén. 

Esta columna fue publicada el 31 de marzo del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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