El gerente general de tu vida eres tú, por Luciana Olivares. ILUSTRACIÓN: Nadia Santos.
El gerente general de tu vida eres tú, por Luciana Olivares. ILUSTRACIÓN: Nadia Santos.
Luciana Olivares

Para él, todo proyecto no solo debía responder a un objetivo, sino también a un indicador, un número que demostrara a la vena y sin floros cuán exitosos habíamos sido. Así que los “muy bien”, “supermes” y “fantástico” tenían que ser sustentados con cuotas de mercado, ventas y, por supuesto, análisis de rentabilidad. Pero imagino que para el lector de esta columna hablar de indicadores de éxito en el trabajo no es novedad. Los indicadores de rentabilidad –ROI, ROE, EBITDA, y P& L– son, para muchos, parte de la rutina laboral.

De lo que nunca hablamos es de indicadores de éxito en nuestra vida personal. Cuando nos preguntan cómo estamos, ya tenemos programado en la punta de la lengua el típico “bien, gracias” o “increíble” para ocasiones especiales (con el ex, por ejemplo). Pero así como en las empresas los indicadores nos permiten saber si estamos avanzando o retrocediendo, perdiendo o ganando, para las personas también, y si no nos preocupamos de establecerlos, podemos llevar nuestros días en piloto automático sin ser conscientes de si estamos teniendo la vida profesional y personal que queremos. Peor aún, le dejamos a la suerte nuestro éxito, en vez de tomar el control y trabajar para que las cosas que queremos pasen.

Y tan malo como eso: podemos no valorar lo que tenemos o a nosotros mismos. Volvernos ciegos por el exceso de familiaridad que hemos desarrollado con lo que nos rodea y subestimarnos porque –como bien decía mi ex jefe– lo que no se mide, no existe. Hoy quiero proponerles desarrollar esos indicadores que les permitan, como en las empresas, tener visibilidad y control sobre lo que quieren conseguir, hacer un balance de ganancias y pérdidas de sus vidas, identificar sus inversiones en tiempo y afecto, proyectar si algo o alguien tiene potencial y, por supuesto, volverse más conscientes de sus activos y pasivos para entender su valor.

Pero no se confundan: si bien los indicadores tienen que ser medibles en el tiempo, no tienen que ser dólares necesariamente :). Pueden ser cuántas veces sonríen en el día o cuántas veces se aceleran las pulsaciones (no solo con deporte), cuántos días a la semana pueden acostar a sus hijos o las cero veces que tienen que usar tacos o corbata. Los indicadores para las personas, a diferencia de las compañías, no son comparables y dependerán de una pregunta que solo ustedes pueden responderse: cuál es su objetivo en la vida.

Aquí tres tips para armar sus indicadores.
1. Comiencen por preguntarse su propósito. Esta es la pregunta más difícil y valiente que debemos hacer: cuál es el porqué. La respuesta les dará el insumo para determinar sus indicadores.

2. Tengan sus indicadores visibles. No se trata de hacer resoluciones de año nuevo y olvidárselas en el primer mes. Tómense el tiempo de escribir siendo ambiciosos, pero realistas. Un buen truco es colocarlos en un espacio que siempre frecuenten, desde el refrigerador hasta el Google Calendar.

3. No se hagan trampa. No se van a poner nota ni dar un bono por si cumplieron, pero no hay nadie más interesado en que cumplan lo que han propuesto que ustedes.

Usen el poder de los indicadores para administrar el éxito, porque en sus vidas los gerentes generales son ustedes. //

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