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Una verdad incómoda: cuando lo 'normal' revoluciona, por Luciana Olivares
Luciana Olivares

Hace poco una mujer publicista me contaba lo traumático que fue el día en que le vino la regla. Su mamá, luego de una charla corta e incómoda, la había mandado al colegio bien ‘preparada’, es decir, con tantas toallas higiénicas que parecían libros. Se sentía incómoda, pero sobre todo avergonzada, manchada literal y emocionalmente porque haberle llegado su primer periodo era como una marca en su mente de que todo sería distinto, pero sin comprenderlo del todo.

Sus amigas, al verla rara, le preguntaron qué tenía y respondió que estaba enferma, usando una de las palabras que también usó su mamá para describir su estado al papá. “Ya se enfermó”. Pero como a todas nos pasa, decidió contarle a su mejor amiga el acontecimiento, bajo el slogan “júrame que no le dirás a nadie”. Y, bueno, ‘nadie’ se transformó en todo el salón. Antes de que llegara el recreo, nuestra protagonista de la historia, aún con cara de culpable, pidió a la profesora ir al baño. Se dirigió a su mochila, pero las toallas higiénicas no estaban: habían sido reemplazadas todas por basura que algunos niños del salón habían colocado.

Pero esta historia –que es una de tantas que vendrán por tu mente y quizá la tuya propia sobre tu primer día de regla– tuvo un final feliz años después. Esta mujer, secundada por otras mujeres y hombres, creó una de las campañas más valientes, honestas y sangrientas en la historia del activismo femenino a través del poder y la responsabilidad que puede tener una marca. Su cliente, Libresse, debía lanzar en el Reino Unido una campaña para toallas higiénicas. La ley del mínimo esfuerzo la habría llevado a mostrar esas típicas imágenes de la mujer preocupada de que no se note su ‘vergonzoso’ estado en ese pantalón ‘cuete’ y, claro, la demostración del producto no podía faltar. Esa imagen donde vemos la fantástica performance de la toalla a nivel absorción, pero con un líquido azul que simula la desagradable sangre. Y allí, exactamente en ese punto, encontraron la respuesta que buscaban para hablar de verdad del periodo menstrual, hacer real conexión con su audiencia y sobre todo hacer un aporte real a la sociedad.

Entendieron, investigaron y comprobaron que –según los estudios que realizaron– la mitad de las mujeres sintieron vergüenza cuando les vino su primer periodo. Las palabras relacionadas a estar ‘en esos días’ fueron silencio, burla y humillación. Entonces decidieron hacer algo al respecto y desafiar la palabra desagradable vinculada a mostrar el periodo menstrual. El resultado: #BloodNormal, una campaña que, por más loco que suene, hizo que lo normal sea revolucionario, mostrando por primera vez la sangre en una toalla higiénica en vez del típico líquido azul.

No fue fácil, los acusaron de ofensivos, repulsivos, desagradables; incluso, muchas de las críticas provinieron de mujeres. Pero, como bien dice Gloria Steinem, la verdad te hace libre, pero primero te va a incomodar. No te imagines tampoco materiales desagradables. Si en algo piqué tu curiosidad, busca la campaña: está muy bien producida. Y esa imagen que al inicio se vetó con mosaicos para no mostrar la sangre en la toalla higiénica fue la mejor forma de que el mensaje tomara mayor fuerza. La gente empezó a preguntarse cómo hablar de feminismo, empoderamiento e igualdad, si incluso nos da vergüenza mencionar una etapa normal y maravillosa de la mujer.

La campaña fue un éxito total en ventas, reconocimiento y amor por la marca, pero sobre todo abrió una conversación importante que no se había dado en el país. Creo que en el Perú, en tiempos en los que la palabra ‘empoderamiento’ es pan de todas las conversaciones de marcas, líderes de opinión y sociedad en general, es importante reflexionar sobre dónde están esos puntos ciegos que nos afectan como mujeres pero que ya hemos normalizado. Seamos valientes, honestos y verdaderos activistas de este empoderamiento femenino que todos queremos. Pero sobre todo, mamá, papá, profesores del colegio, no dejemos que la incomodidad, el desconocimiento o el pudor nos lleven a tocar temas como el periodo menstrual como si fueran tabúes. Enseñar que la sexualidad tiene algo de malo sí es digno de vergüenza. //

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