Día del Idioma: todo sobre el nuevo libro de poesía peruana que reúne a 18 jóvenes autores
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El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
El Jet Muñante que conocí, por Mario Fernández. FOTOS: Archivo Histórico El Comercio.
Quienes pasamos de la máquina de escribir a la PC, de la libreta al grabador digital, de las cartas a los chats, tuvimos la suerte de ver a los mejores futbolistas que le ha entregado Perú al mundo.
Juan José Muñante fue uno de ellos. Fue un jugador explosivo y con una potencia para jugar por la línea, donde siempre ganó. Si a su enorme pique le sumaba inteligencia para buscar lo que quería en cada jugada, más velocidad y buen servicio al compañero de ataque –que siempre terminaba en gol-, entonces estamos hablando de un delantero completo. Un tanque de hule.
César Luis Menotti en una ocasión le declaró a “El Gráfico”: “Me maravilla verlo jugar; Muñante; fue un delantero enorme que se consolidó como tal”. Y, para quienes logramos seguirlo con la camiseta rosada del Sport Boys, la crema de Universitario de Deportes y la blanquirroja de la Selección, estuvo en lo cierto. Nunca le vi anotar un gol de cabeza y sí de derecha, de zurda, a rastrón y con comba como aquél que le hizo al chileno Adolfo Nef en Santiago (1-1) que nos aclaró más la clasificación para el Mundial del 78. Tengo grabado esos movimientos que hacía a sus marcadores, la forma cómo picaba la pelota 10 metros y ¡zás! el pique. Nadie lo alcanzaba. Por eso ese apelativo de ‘Jet’.
Era de poco hablar con el periodismo pero sí con sus compañeros de equipo. Recuerdo que se sintió dolido y poco valorado cuando Didí lo dejó fuera para el Mundial del 70 y prefirió a José del Castillo. “Yo era el mejor que el titular Julio Baylón, quién no hizo goleador a nadie” se lamentó siempre. Y en ese recorrido y quizá, herido en su amor propio fue que terminó yéndose a México donde triunfó como los grandes en los Pumas de la UNAM llenando estadios todos los domingos. Un ídolo sin igual.
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