(Foto: El Comercio)
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Christian Cruz Valdivia

quiere competir por él, quiere demostrarse a sí mismo que los cuatro años de sanción por dopaje no lo doblegaron, quiere decirles a todos que sigue siendo el mejor. Pero se equivocó de estandarte: se olvidó del equipo, del país.

Hace unos años lo vi llorar cuando fue designado abanderado para unos Juegos Bolivarianos. Tenía la bandera en las manos. Esta vez se puso delante de esos colores. Dice que no es su especialidad competir en los 200 libres, pero tiene el récord nacional en esa prueba desde el 2014. Es el mejor representante que tiene el país en esa distancia, sí, no un Paolo Guerrero en el arco como quiso resumir. Si busca regalarle una medalla al país, que se supere a sí mismo y gane esta prueba, tiene cerca de dos meses para prepararse. Qué mejor reto.

Ya la Federación realizó la inscripción online de los clasificados (16 de mayo). La nominal será el 26 de junio, quince días después de que se cumpla la sanción de Mauricio. “En ese transcurso pueden haber cambios”, nos dicen, lo que parece una ventana abierta para en nadador, pero también nos aseguran que Fiol “sigue obstinado en sobrepasar las normas”, su mayor pecado.

Los clasificados lo hicieron “ganándose su derecho al competir en buena lid”, no apelando a ninguna bulla mediática. Quizá dejemos de ganar esas medallas, pero el éxito deportivo también se mide en las formas que se usan para alcanzarlo.

Mauricio olvida que tiene que empezar de cero -que no es humillante, todo lo contrario-. Cree que la odisea que ha pasado los últimos años es el pago para volver a la gloria, pero deja de lado que por trámite regular, no le corresponde estar en Lima 2019. Su inscripción fue una gestión de la Federación, y debe agradecer ello, sea nadando los libres o alentando, no renunciando a lo que se le otorga. Fiol es uno de los mejores nadadores peruanos, pero no es el Perú.

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