André Carrillo y los futbolistas que nunca aplaudimos, por Miguel Villegas. (Foto: Reuters)
André Carrillo y los futbolistas que nunca aplaudimos, por Miguel Villegas. (Foto: Reuters)
Miguel Villegas

Solo en los 70, quizá hasta inicios de los 80, vivíamos en abundancia: cuando no estaba Miflin podía jugar Cruzado, cuando faltaba La Rosa teníamos a Franco. No sabíamos si aplaudir al titular o al suplente. Oro por diamantes. Perú tenía soluciones, sus entrenadores se permitían alternativas, los hinchas pensaban que éramos potencia. Desde esa riqueza -que nos llevó a 3 mundiales en una década- crecimos en el error de que a la selección le sobraban jugadores. Un mito.

Dos generaciones después, y luego de romper la racha de 36 años sin ir a una Copa, todavía vivimos la mentira. Aún la consumimos, la creemos, nos creemos. Miopes con lapicero y Twitter, nadie se acuerda que hace poco nomás nacionalizábamos arqueros. Y que nuestro mapa de peruanos en el mundo no existe. El caso más polémico es André Carrillo, por ejemplo, el único delantero peruano que puede -podría- cerrar la discusión sobre nuestra necesidad de Farfán. Él y su explosión, dos o tres veces por partido. Él y su nivel de exigencia, en la misma Premier League donde los videos de un peruano –el Ñol- ya se ven borrosos. Él, André Carrillo, y sus errores naturales de distancia, de decisión, de pase a la red. Es lo más parecido que tiene Perú a un extremo con dinamita, pero lo dinamitamos, en uno de esos lujos extraños que no entiendo.

La respuesta de un futbolista cuestionado es siempre su influencia en el resultado, no en la moda o el coiffure. En selección sumó 7 asistencias en las Eliminatorias, cuatro de los goles más importantes en el proceso partieron de sus pies –Venezuela, Paraguay, Uruguay y Bolivia- y en el Mundial de Rusia, cada opción de peligro pasó por su sprint. De hecho, esa frialdad de la que se le acusa le permitió pasar a Pogba con la misma seguridad con la que ahora enfrentó al australiano Aziz Behich. De hecho, esa frialdad le sirvió para dejar -varias veces- al Pitbull Medel en decorativo holograma. Ya en el tercer lugar Copa América 2015 había sido determinante, por pase, gol e influencia. Y aunque no juega solo y falla más veces de las que acierta, difícil saber cómo hubiera resuelto la selección sin su movilidad por la banda y su pase, esa mercancía que no valoramos los periodistas, que solo nos gusta gritar el gol.

Con Paolo y Jefferson más cerca de los 40 que de los 30, con varios muchachos en proceso de consolide, André Carrillo será uno de los líderes de la selección los años que vienen, si ya no lo es hoy. Es el único peruano en lnglaterra. No tiene suplente en Perú y es probable –yo diría natural- que tras los 3 partidos que jugó en Rusia se mude a un club mayor, de otras aspiraciones. De la misma forma en que lo trituramos por sus lagunas, reconozcamos que en esta selección de carencias, Carrillo es un bien mayor. Gareca lo dijo mejor antes del mundial: “Si hay un jugador que representa la esencia del fútbol peruano, es él”. Si tuviéramos 10, esta nota sería un breve. Solo tenemos uno y se ha probado en la exigencia de una Copa, donde otros se apagaron. Que sea ejemplo.

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