Bob Marley (Foto: AFP)
Bob Marley (Foto: AFP)
Pedro Suárez Vértiz

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha declarado al género musical como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La noticia se viralizó junto con un video de Olivia Grange, ministra de Cultura de Jamaica, agradeciendo a las autoridades de la Unesco para luego invitarlos a cantar y bailar la canción One Love, de Bob Marley, en plena conferencia en la isla de Mauricio.

One Love envuelve en un simple coro la esencia del reggae: “Un amor, un corazón, vamos a juntarnos y sentirnos bien”. Este género musical trata de juntar a las personas y sus exponentes jamaicanos profesan lo que cantan. Marley lo hizo de manera extraordinaria, frente a 30 mil personas, con dos políticos que se odiaban.

El 22 de abril de 1978 se dio un concierto en The National Stadium, en Kingston, Jamaica, llamado One Love Peace Concert. El país cursaba una guerra entre sus dos partidos más importantes, el conservador Partido Laborista de Jamaica y el socialdemócrata Partido Nacional del Pueblo. Cuando se le preguntó a Bob por qué regresaba a su Jamaica natal a encabezar este concierto, que tenía como propósito juntar a la gente en tiempos de guerra, él respondió: “Mi vida no es importante para mí; la de los demás, sí. Mi vida es solo importante si es que puedo ayudar a mucha gente. Mi vida es para la gente”.

En plena presentación, Bob le dijo al público: “¿Podríamos tener aquí en el escenario al señor Michael Manley [líder del Partido Nacional del Pueblo] y al señor Edward Seaga [líder del Partido Laborista de Jamaica]? Solo quiero que se den la mano y le muestren a la gente que vamos a unirnos”.

Fue un acto totalmente espontáneo. Los políticos se dieron la mano y los bandos opuestos del público se volvieron uno solo. Con las manos de ambos líderes en alto, Bob exclamó: “Amor, prosperidad. Está con todos nosotros Jah”.

Jah es el dios de los rastafari, un movimiento espiritual basado en el cristianismo etíope. Los rastafari indudablemente influyeron en esta conmemoración de la Unesco. La misma ministra Grange mencionó en su discurso: “Se debe hacer un tributo especial a la comunidad rastafari, cuyos miembros son los principales practicantes de este ritmo y quienes han contribuido de manera importante a la evolución del reggae, llevando mensajes de paz, esperanza, amor y unidad que han hecho que este ritmo sea amado y ‘RASpetado’ en el mundo”.
Sin duda el reggae es más que un estilo musical. Tuvo mártires en nombre de sus fines espirituales. Bob Marley tuvo dinero, fama y mujeres. También tuvo 11 hijos fuera del matrimonio. Por ello al final experimentó un conflicto con el éxito terrenal, pues era considerado el principal difusor del movimiento rastafari en el mundo. En 1977 le diagnosticaron melanoma en el dedo gordo del pie. No quiso extirparlo por cuestiones religiosas y murió de metástasis en 1981, a los 36 años.

Otro legendario representante fue Peter Tosh. Este músico formó parte de Bob Marley & The Wailers y luego tuvo una carrera solista exitosa. Era un notorio activista, ya sea tratando de legalizar la marihuana –los rastafaris ven al canabis como algo sacramental, pues “creció sobre la tumba del rey Salomón”–, defendiendo los derechos humanos u oponiéndose a las armas nucleares.

Muchas de las letras de sus canciones eran reclamos contra el sistema y lanzaban comentarios negativos a los políticos desde el escenario. Los rastafaris ven el capitalismo como la ‘Babilonia’. Pero el 11 de setiembre de 1987, un grupo de maleantes, encabezados por un delincuente que el mismo Tosh había ayudado a rehabilitar, se metieron a su casa en Kingston y lo mataron con dos balazos a la cabeza. Con su trágica muerte y las miles de especulaciones al respecto, calza recordar una de las frases más célebres de Tosh: “Yo no creo en la política, yo sufro las consecuencias”. //

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