MDN
Argentina
Angel Hugo Pilares

Probablemente no esté más después del Mundial. Después de la debacle de Rusia 2018 todo tiene el ritmo fatalista de un tango: los insultos, las tapas de los diarios, su fuga del campo de juego, el rostro de solo en el círculo central. Silencio. 

Probablemente Sampaoli no esté más después del Mundial, pero de Messi, se seguirá hablando. Se dirá que en su penúltimo mundial (acaso el último), no solo será marcado por dos partidos terribles, sino por su aparición en los Panamá Papers y su inclusión en una trama que implica un enfrentamiento directo con el entrenador y su fijación para que los titulares del equipo sean sus amigos. 

De Messi se seguirá hablando. De cómo habría forzado inclusiones. De como 'Sampa' lo permitió. De la forma en que hizo que el técnico se traicione y trance con la lista de amigos de Leo. Los esotéricos dirán que la culpa es de un mufa, exculpando a los actores de este drama. 

Pero la verdad es que la sinfonía que proponía Sampaoli no era aplicable. Más porque un técnico como él trabaja mejor con aquellos que quieren trabajar para ser mejores que con los que prefieren la comodidad del que se siente bueno en lo que hace. Y porque Leo prefiere la compañía de jugadores como Mascherano, un general en retiro, que le suavizan la labor de ser el técnico en el campo. 

Lo que ha ocurrido en el Mundial con una Argentina que está al borde de la eliminación es como esa canción que una vez pidió el DT a una radio bonaerense. ¿Recuerdan? “Hola, buen día, soy Jorge Sampaoli, los escucho todas las mañanas cada vez que voy al trabajo. Sé que hoy es el especial de La Renga, espero que me pongan un tema que me gusta mucho escuchar". Messi existió solo en un sueño. Sampaoli nunca escribió su poema táctico. Todo fue una triste canción de amor.

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