Pedro Ortiz Bisso

Aunque digan que los cincuenta son los nuevos treinta (o los nuevos cuarenta, qué sé yo), quienes transitamos por esa fatigada década, además de hacernos más flácidos y dormilones, empezamos a adquirir ciertas taras que antes despreciábamos. Una de ellas es repetir como un mantra que todo tiempo pasado fue mejor. Sobre todo en el

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Si algún mozuelo se atreve a decirnos que Gallese es más arquero que Quiroga o que nadie narra mejor los goles que el ‘Tanke’ o Fredy Cora, nos ponemos verdes mientras vomitamos maldiciones. Le recordamos a ese insensato que el fútbol no se inventó hace 15 años y que antes de Bonatti, Osores o el inolvidable Daniel Peredo, había un señor con mayúsculas que apodaban el ‘Veco’, que nuestro Google se llamaba ‘Pocho’ Rospigliosi y que solo gritábamos los goles si los escuchábamos de los labios de don Humberto Martínez Morosini.

Pero son peleas absurdas. Así como tengo la suerte de haber visto hacer poesía a Cueto, los chicos de hoy tienen la bendición de gozar de la mágica conchudez de Cueva, admirar a ese ‘tapahuecos’ elegante llamado Renato Tapia y vibrar con el coraje de hierro de Gianluca Lapadula, el tano más lorcho de estas tierras.

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Y si mi generación festejó con Marcos y adoró a Tim, ellos tienen a Ricardo Gareca, el autor de esta proeza maravillosa que nos ha puesto a un pasito de la gloria otra vez.

Hacer comparaciones es absurdo. Disfrutemos el momento. Y no dejemos de soñar. //

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