"La vida después del chat", por Jaime Bedoya.
"La vida después del chat", por Jaime Bedoya.
Jaime Bedoya

Cuando uno escribe en un chat tiene que estar pensando que podría estar escribiendo para la posteridad. Por un insulto hipócrita y clandestino te recordará la historia. Tras el revés sufrido tanto por la procacidad como la privacidad con la difusión de sabrosas conversaciones íntimas, sería prudente que aquellos destinados a conversaciones discretas tomaran las precauciones del caso. Hay algo de justicia en que la jugada bajo la mesa demande un esfuerzo extra.

Es en momentos de apremio como estos cuando ofrece una mano amiga el ámbito de la cultura popular. En este caso la solución brota de las fuentes del recontraespionaje establecidas por Maxwell Smart, el agente 86. Get smart era el nombre en inglés de la serie de televisión creada en 1965 por Buck Henry y el genial Mel Brooks. En ella, Maxwell Smart, un espía extraordinariamente torpe y desatinado de una organización llamada CONTROL (siglas que no significaban nada), luchaba contra los ímpetus desestabilizadores de su némesis llamada KAOS (siglas que tampoco significaban nada). Los espías espían.

Para ello Smart recurría a una serie de ingeniosos dispositivos tecnológicos que le facilitaban el sigilo propio de su oficio. Zapatófonos, cámaras escondidas y cosas así. Intelectual y operativamente, Maxwell Smart era como el congresista Mamani, pero con carisma y sin sospecha de lavado de activos.

Uno de los más preciados equipos de Maxwell Smart es el que podría reemplazar al chat en estos días: el Cono del Silencio. Este artefacto prometía reserva a una conversación sensible mediante un doble domo acrílico que descendía sobre los interlocutores, quedando estos sonoramente conectados a través de un conducto privado. Simple y bruto, como para idiotas.

El único problema es que el Cono del Silencio parecía condenado a nunca funcionar bien. Y cuando funcionaba bien era por gusto. Sucedió una vez que el jefe le pedía a Smart que le diera su último reporte sobre CONTROL. Este, según protocolo, exigió activar el Cono del Silencio. Activarlo toma su tiempo. Una vez bajo este el jefe le pregunta: “Bien, Maxwell, ¿qué tienes que reportar sobre CONTROL?”. La respuesta la dio sin pestañear:

—Nada

Solo habría una manera de superar un diálogo así. Sería colocando dentro del Cono del Silencio a las congresistas Leyla Chihuán y Rosa Bartra. Y que hablen, hablen y hablen lo que quieran para deleite y reconciliación del pueblo peruano.

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