Se esperaba un gabinete que fuese lo suficientemente potente como para revertir la crisis política generada por el indulto a Fujimori. No parece ser el caso. (Foto: Piko Tamashiro)
Se esperaba un gabinete que fuese lo suficientemente potente como para revertir la crisis política generada por el indulto a Fujimori. No parece ser el caso. (Foto: Piko Tamashiro)
Juan Carlos Tafur

El indulto a  se le escapó de las manos al presidente . Según comentan fuentes de su entorno, él confió en que la crisis no sería tan fuerte, que la opinión pública iba a traducir en respaldo a favor suyo el que ya existía a favor de la gracia presidencial y que en el seno de su partido y de su gobierno la crisis iba a ser muy acotada. 

PPK nunca se esperó las renuncias ministeriales y congresales ocurridas: Basombrío –aunque lo hizo antes del indulto–, Jorge Nieto y Salvador del Solar (alejamiento muy sentido por PPK) por el lado del Ejecutivo, y Gino Costa, Vicente Zeballos y Alberto de Belaunde por el lado del Legislativo. 

Tampoco supuso que iba a ser tan complicado convocar y generar la venia de los llamados a conformar el nuevo gabinete ministerial. Hubo muchos convocados y muchas negativas a formar parte de un Ejecutivo muy débil y zarandeado. 

Lo cierto es que se esperaba un gabinete que políticamente fuese lo suficientemente potente como para revertir la crisis política generada por el indulto a Fujimori. Porque esa es la madre del cordero: ha sido el indulto el que ha generado la crisis del Ejecutivo. El modo en que se urdió, la ausencia de debido proceso, la extraña celeridad, la coincidencia con los votos de la no vacancia de la bancada de Kenji Fujimori, han asentado la idea de que hemos sido testigos de un simple trueque político. 

¿Podrá ser el nuevo gabinete uno capaz de remontar esa crisis? No parece un gabinete armado con ese objetivo. El único político ingresante es Javier Barreda, cuya llegada, por cierto, ha generado una declaratoria de guerra por parte del APRA. 

En algunos momentos, PPK pensó en convocar a un premier con vuelo político propio, pero más pesó la lealtad exhibida por Mercedes Aráoz no solo cuando se inició el proceso de vacancia, sino cuando se produjo el escenario de pedirles a los dos vicepresidentes una vocación de renuncia en caso de vacancia, cuestión a la que la actual premier se allanó. 

De haber dependido de PPK, no habría habido muchos cambios ministeriales. Por lo menos, los nombres de Jorge Nieto y Salvador del Solar se habrían mantenido en el cargo. La repentina salida de Pedro Olaechea y Fernando D’Alessio, muy pocos meses en los cargos de Producción y Salud, respectivamente, se debe a razones distintas. Olaechea será necesario en el Congreso, más aún considerando el ingreso de Jorge Meléndez al Midis (a pedido de Peruanos por el Kambio). Y D’Alessio se considera que no dio la talla para el sector.

El enroque de Cayetana Aljovín a la cartera de Relaciones Exteriores no tiene mucha lógica de inicio. Habría pesado un deseo antiguo de PPK de conformar una Cancillería más pendiente de los temas comerciales. Debe recordarse que al inicio del régimen pensó en Mercedes Aráoz para el cargo. En todo caso, en la balota siempre estuvieron Carlos Pareja, actual embajador en los Estados Unidos, y Harold Forsyth, instalado en Tokio. 

Es este un gabinete más orgánicamente de derecha (con la salida de Basombrío, Nieto y Del Solar), pero a la vez más débil. La inquietud es si tendrá la fortaleza para procesar los enormes nubarrones que se ciernen en el horizonte. 

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