Desde que empezó la cuarentena, Diana Kisner se propuso hacer un dibujo diario en la pared de su casa, a manera de ritual.
Desde que empezó la cuarentena, Diana Kisner se propuso hacer un dibujo diario en la pared de su casa, a manera de ritual.
Oscar García

Contagiados o no, todos somos desde ya, de alguna forma, sobrevivientes del coronavirus. Del lado más rotundo está la tragedia. El dolor de perder a un ser querido o la conciencia de despedirse de un rostro amable en medio de una pandemia que no ha menguado es siempre desolador. Y a eso hay que sumarle el desconcierto por “la nueva normalidad” a la que seremos arrojados pronto, un tiempo sin abrazos, de afectos controlados y conversaciones tras mascarillas. Cuando todo esto termine, si termina, nunca nos olvidaremos de los que ya no están, como de ese tiempo extraño en que tuvimos que quedarnos en casa, por ley, y porque no hacerlo significaba jugarse la vida.

Contenido Sugerido

Contenido GEC