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Los cantantes más representativos de Hispanoamérica en las décadas en que sus carreras brillaron

Doña Indelsa Ramírez se tomó unos minutos sola frente a la sepultura de Pedro Infante. Se quedó allí, hablándole a la lápida sin decir palabra, con la mirada serena, pero conmovida. Era un mediodía del 2013. Su nieto, un director de fotografía peruano, había prometido llevarla alguna vez a visitar la tumba de su más grande ídolo, aunque eso implicara viajar hasta la Ciudad de México. “Nos vamos a volver a ver”, le había dicho ella a la máxima estrella mexicana desde lejos, en 1957, cuando este dejaba el escenario del cine El Porvenir, en La Victoria, durante la única visita que hiciera al Perú. Allí él había cantado como nunca. Desafortunadamente, el astro murió tres meses después, cuando piloteaba su avión. Tomó décadas, pero allí estaba Indelsa, en el Panteón Jardín, cumpliendo. Los demás familiares se habían puesto a un lado mientras ella ofrecía sus respetos. Cuando acabó, tocó la tumba, rodeada siempre de flores, se persignó y dijo: “Ya me puedo morir yo también”.

Pasiones. Sueños. Memorias. Cultos. De mover ello en generaciones, y en millones, solo son capaces las leyendas. El asunto, cómo no, vuela a la estratósfera si estas han pasado a la inmortalidad por interpretar entrañables y cortavenas canciones de amor.

El siglo XX, si nos circunscribimos a Hispanoamérica y a cantantes masculinos, fue más que prolífico en dar a luz prodigiosos exponentes de la música (pase y váyase por las ramas de la izquierda). Es precisamente uno de ellos, quizá el último clásico tal y como los hemos conocido, el que nos convoca aquí: Luis Miguel. Eso porque dará un nuevo concierto en Lima el 10 de marzo, es cierto. Pero también porque se trata de alguien cuya carrera viene teniendo hits desde 1982. ¡1982! Y para muestra, una noticia. Febrero del 2019: en menos de tres días, el hombre acaba de ganar su sexto Grammy anglosajón y de recibir una nominación a los premios Latin Billboard al mejor tour del año. La cuestión, a continuación, se cae del árbol de madura. ¿Qué ha hecho del mexicano una de las últimas leyendas?

Intérprete como pocos
Mabela Martínez, conductora de Sonidos del mundo y productora musical, no cree, de arranque, que figuras como él estén en extinción. Cita a Marc Anthony, que ha venido después que Luis Miguel y que ha cruzado géneros como él. Pero reconoce que se está formando un nuevo tipo de estrella de muy alto nivel, ad hoc a los tiempos, las modas y los giros de la industria. Algunas características vinculadas al talento, en cualquier caso, distinguen a los astros de este tamaño. Y eso, para ella, es innegociable.

Luis Miguel fue uno de los mejores productos que pudo dar el mercado porque en él se dio una combinación brutal: el mejor intérprete se juntó con los mejores compositores y con los mejores arreglistas. Yo vivía en Vancouver cuando escuché por primera vez los discos Romances, en los años 90, y casi me muero. Eso fue dinamita, por ejemplo”. Biógrafos, críticos y periodistas seguidores de la música del cantante, de hecho, han señalado que una situación similar ha ocurrido con algunos de sus discos de pop y de música regional mexicana. Incluso con el único álbum de Navidad que tiene en clave de big band.

La investigadora continúa y profundiza en un punto: “Él no es compositor, lo sabemos. Pero nada lo hace brillar más que su forma de intepretar. Uno podría jurar que el hombre se va a morir cantando; lo vive, se desgarra. Él opta por usar ese tipo de voz porque así lo aprendió de chiquito. Se le enseñó a cantar como gitano. Esos gritos que sueltan provienen de su sangre española. Esa intensidad se queda muy grabada en la gente que lo oye, la termina atrapando y no la suelta”, explica.

De compañías y misterios
Renato Romero, coordinador de la especialidad de Música de la Universidad Católica, coincide con ella. “Son varios los factores que lo tienen en el sitial en el que está, pero empezaría hablando de su voz. Es impresionante el color de su voz, esa capacidad de respiración que le permite entonar notas larguísimas. Su rango vocal también. De ahí que pueda llegar a tonos muy bajos y a otros altísimos. Sin duda, es el cantante de mayor talento y dominio vocal que existe actualmente en Hispanoamérica”.

El profesor universitario añade que el estatus de megaestrella también ha sido alimentado por la calidad de sus producciones discográficas. “Siempre se ha preocupado por trabajar con los mejores músicos del mundo. Eso contribuye a que su repertorio sea impecable. Por ejemplo, él utiliza mucho este formato musical en el que predominan los vientos: las trompetas, el saxofón, los trombones. Eso lo hace único en el pop latinoamericano. Aquí en la escuela, de hecho, tendremos una clase maestra con tres de los músicos de Luis Miguel que llegan ahora a tocar en su concierto. Cada uno es famosísimo internacionalmente en su especialidad. Sus discos también han originado el paso del artista a la posteridad”, afirma.

Asimismo, está el mito, el misterio en torno a su figura. “Tiene mucho que ver, sí. Sucesos biográficos desafortunados. El hecho de que no dé entrevistas –la última fue en el 2015; la anterior a esa, en el 2008–, que no vaya a las premiaciones a recoger sus galardones. Esa aura inalcanzable. Todo eso definitivamente alimenta la leyenda”, concluye Romero.

Y por eso sigue siendo el rey.//

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